TIMIDEZ
TIMIDEZ No sé muy bien cómo empezó, aunque si recuerdo perfectamente las circunstancias, por otro lado, no muy diferentes a otras en las que ya habíamos estado. Una tarde alargada hasta la noche. Unas cervezas para abrir boca. Unas tapas para que el líquido no se encontrase solo y bailando en nuestros estómagos. Unas horas más tarde y unos cuantos locales más lejos, atracamos en un sitio tranquilo, con música suave, iluminación adecuada y con cómodos asientos, en mesas lo suficientemente alejadas unas de otras como para poder charlar tranquilamente sin temor a ser oídos por oídos indiscretos o, simplemente, ociosos o curiosos. Nos conocíamos desde hace un montón de años, tantos que casi es mejor ni hacer la cuenta para no entrar en esa especie de bajón sorpresivo que te da cuando eres consciente de cuánto tiempo te separa de tu nacimiento. Somos amigos. Por supuesto que conocíamos nuestras andanzas, teníamos m...