HOLA DE NUEVO
Querido blog:
Hoy, después de unos cuantos meses, me dio por abrirte.
Descubrí, con una cierta sorpresa, que desde el 12 de agosto del año pasado no
te había ni mirado. Mil perdones. Tengo que confesarte que no por haberte
dejado de lado dejé también de escribir algunas cosas. Pocas en realidad. Miles
de páginas leídas con montones de frases, de sentencias, de situaciones con las
que habría hecho alguna parrafada para poder publicarla en ti. Pero no me apetecía.
Alguna vez subrayé algún párrafo, doble la esquina de alguna página de la que
me pareció interesante recordar o comentar algo, pero después el libro volvió a
sus cuarteles de invierno y allí sigue, esperando a que otra vez lo coja y me dé
cuenta de lo que en otro momento había despertado mi curiosidad.
Haciendo un recorrido por ti, me pareció extraño que un
par de entradas no hubiesen tenido ninguna visita (no es que las demás sean “trending
topic”, apenas 10 las de mayor videncia) pero es que fueron la segunda y
tercera parte de un algo quizás “demasiado” científico (pobre Bill Bryson), así
que ese pecadillo tuvo su correspondiente penitencia.
Estos
meses se han rellenado, sobre todo o, mejor dicho, en su mayor parte en lo que
al tiempo se refiere y dejando de lado las horas de un nunca demasiado
placentero sueño, a la lectura (ya lo he dicho antes, miles y miles de páginas)
la televisión (cientos de horas, quizá algún millar, de cine, series de muy
variado pelaje, y miscelánea, en la que incluyo documentales de naturaleza,
historia, ah, y futbol y tenis, entre otras cosas de mucha menor presencia).
Así
que hoy vuelvo a enviarte alguna cosilla. Algo ligero para empezar. Ah, y una
promesa: prometo no tenerte tanto tiempo desatendido. Tengo algunas cosillas
por ahí, las más aun rondando mi cabeza, todavía reposando; otras ya esbozadas,
amén de lo que se me vaya ocurriendo. Por cierto, al escribir “amén” recuerdo
ahora haber leído un artículo en el que se contaba una curiosidad sobre la
estupidez humana (infinita como sabes). Paso a referirla de memoria. El
contexto era sobre el fanatismo integrista y analfabeto de los seguidores del,
afortunadamente desde hoy, expresidente USA Donald Trump. Parece ser que un
telepredicador propone que además de decir “amén”, se diga también “awomen”.
Breve explicación para los poco versados en el idioma del imperio: amen, escrito
“a men” lo traduciríamos por unos hombres, así que el pájaro, por eso del
sexismo, proponen decir también “a women”, unas mujeres. Habrase visto (cágate
lorito: es un predicador).
Bueno,
aquí te dejo unas atinadas leyes para tu reflexión. Hasta otro día.
LEYES
DE PARKINSON
Estas tres leyes fueron enunciadas por Cyril Northcote
Parkinson en 1957.
1ª El trabajo se expande hasta
llenar el tiempo de que se dispone para su realización.
2ª Los gastos aumentan hasta
cubrir todos los ingresos.
3ª (Ley de la trivialidad) El
tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su
importancia.
Extraído
de un artículo de Francesc Miralles aparecido en la página 10 de “El País
semanal” de finales de 2020 o principios de 2021 (no apunté la fecha).
No
haré ningún comentario sobre la tercera ley, ya que creo que se cumple siempre
y no admite excepciones.
Respecto
a la primera ley solo un par de comentarios. Yo la reformularía así: “Cualquier
trabajo se expande hasta llenar, como
mínimo, el tiempo de que se dispone para su realización”. Es bien sabido
que en incontables ocasiones el tiempo asignado para la realización de una
labor es escaso (a ojos de quien tiene que desarrollarla, claro está, no por la
labor en sí misma).
La tercera ley, tal como está redactada, solamente
funciona en su aplicación por personas sensatas. Necesitaría un añadido que
dijese: e incluso a superarlos, por altos
que éstos puedan llegar a ser. Posiblemente Mr. Parkinson fuese una persona
ordenada y morigerada en su vida, cosa que, en la actual sociedad de consumo
desbocado, no siempre se da, pudiendo incluso llegar a ser infrecuente en
determinados ámbitos.
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