LA TORMENTA


    Fue asomando muy despacio, como con timidez, como si tuviera miedo de encontrar algo terrible en la otra ladera de la montaña. Primero fue una seda blanquecina, casi transparente, que apenas matizaba el azul límpido del amanecer.

    Poco a poco aumentó y se espesó, cogiendo confianza y robándole un trozo al cielo; resbaló blanda por entre el bosque de pinos, robles y castaños, abrazándolos y borrándolos. Ya segura de sí, elevó blancos globos amontonándolos sobre su espalda, desgajándolos después en girones que anunciaban su llegada como alados heraldos.

   Los blancos lienzos se volvieron grises primero, más tarde oscuras formas negro-azuladas que hirieron de gravedad la luz del día y mataron el azul.

  Blancos sables acuchillaron salvajemente su negrura, mientras dejaba oír su voz atronadora y arrojaba contra el suelo miríadas de redondos obuses níveos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA ESCUELA

HENNING MANKELL Y OTROS

EL PAVO REAL