FRANK S.
Los
pocos testigos que habían aportado una descripción medianamente fiable parecían
coincidir en los rasgos principales. Correspondía a un hombre corpulento, pero
ni atlético ni gordo, de edad mediana, entre unos 40 y 50 años, no demasiado
alto, con un caminar algo, como decir, quizás un poco desequilibrado, más bien,
algo bamboleante, con las piernas entreabiertas, como si hubiera pasado muchos
años embarcado; la vestimenta desenfadada: vaqueros raídos, pesadas botas de
monte, un jersey gordo y una gastada cazadora de piel; se tocaba la cabeza con
una descolorida gorra de béisbol; el tipo tenía, según algunos, un aspecto
hosco, mirada huidiza y unos ojos fríos, húmedos, como de pez.
A
pesar de todo esto la policía estaba completamente desconcertada. El modus
operandi era igual en todos los casos: las fallecidas, todas mujeres solas y
mayores de 80 años, habían muerto por aplastamiento de la caja torácica, como si las
hubiese abrazado un oso. Ninguna había sido forzada ni presentaba otras señales
de violencia. Tampoco parecía que las entradas hubiesen sido forzadas. En las
escenas de los 4 asesinatos se habían encontrado huellas de, al menos, cuatro
personas diferentes y todas ellas habían intervenido en cada uno de los
crímenes; restos de piel de la cara y las manos en las uñas de las víctimas,
restos de cabellos, huellas dactilares, marcas de pisadas. ADN también de, al
menos, cuatro individuos diferentes. Y, sin embargo, todos los testigos
coincidían en señalar un único culpable.
En
ninguna de las viviendas faltaba nada excepto comida. Un vagabundo según los
testigos, o un grupo de ellos a tenor de las pruebas; ¿un hombre y tres o
cuatro fantasmas?
Cuando
detuvieron a un sospechoso que coincidía con las descripciones, lo primero que
llamó la atención a los policías fue la cantidad de cicatrices de su rostro,
manos y brazos; algunos claros arañazos, muy recientes, en manos y mejillas, el
resto, bastante antiguas, costuras quirúrgicas groseramente realizadas.
Sólo
atinaba a decir que tenía cinco años y que su papa se llamaba Frank, Frank
Stein.
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