LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS
Los cambios climáticos
19 de Septiembre del
2018 - Lope Calleja (Oviedo)
El miércoles 5 de
septiembre leí un excelente artículo (al menos para mí) de Víctor Lafuente
(Profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Gotemburgo) titulado
"Vivimos en Matrix" y publicado en el diario El País; el mismo día,
otro excelente (uno más) de Francisco García Pérez (Profesor de Lengua y
Literatura, escritor, articulista, lector y comentarista de libros) titulado
"Opinionitis crónica", publicado en el diario La Nueva España.
En el primero se razonaba
sobre la percepción que del mundo tenemos los humanos y, entre otras cosas
decía "Justamente porque todo mejora vemos problemas por todos lados. La
agenda de urgencias sociales rebosa. Añadimos nuevos retos, como el cambio
climático, pero no podemos deshacernos de quebraderos de cabeza como sanidad,
educación...". Por su parte, en el segundo se ilustraba con varios
ejemplos "El error de entender que todas las opiniones son
respetables", subtítulo del artículo y afirmación que yo siempre he
defendido.
Suelo leer con una
cierta atención y, generalmente, dedicar un poco de reflexión sobre lo leído,
más que nada para que pose. Confieso que aquí la conclusión me llegó ya dada;
leído el segundo de los citados artículos tenía que escribir sobre algunos hechos
científicos, de forma divulgativa, sobre el cambio climático, para así poder
facilitar la opinión con conocimiento de causa.
No soy un investigador
del tema, aunque sí seguidor del mismo, pero soy geólogo, profesor de
Petrología y Geoquímica (ahora jubiloso) de la Universidad de Oviedo y curioso
lector de la historia de este planeta desde el punto de vista de la Ciencia que
ha ocupado el 70% de mi vida.
Aquí es de justicia
recomendar la lectura del que, en mi opinión, es un excelente libro divulgativo
sobre esa historia, que se titula "Biología de la Tierra. Historia de un
planeta singular", escrito por el profesor Francisco Anguita, de la
Universidad Complutense de Madrid y del que he extraído buena parte de los
datos que aquí expondré.
El cambio climático.
Cuanta tinta, saliva, tiempo y dinero se ha gastado (y está gastando) sobre el
tema (véase, por ejemplo, este escrito). Defensores y detractores, con
opiniones, en una gran parte, sesgadas, oportunistas, interesadas, demagógicas,
alarmistas o contemporizadoras y, en muchas de esas ocasiones, completamente
irrespetables, aunque, en otra equivalente se viertan conceptos y hechos
científicos muchas veces oscurecidos por su tecnicismo. Creo que desde ese
punto de vista científico no hay dudas sobre el tema, aunque pienso que quizás
se está gastando mucha pólvora en salvas, en Kiotos y Parises, incluso en
investigaciones que, aun suponiendo un avance en el conocimiento, no resolverán
de momento el problema. Vamos con las preguntas básicas.
¿Es cierto que actualmente
la Tierra está experimentando un cambio climático? Sin lugar a dudas, sí.
¿Se está produciendo un
calentamiento global que traerá importantes consecuencias? En un cierto tiempo
(relativamente corto), sí.
¿Somos los humanos
responsables del cambio climático? Con absoluta seguridad, no.
Pero, ¿contribuimos los
humanos al cambio climático? Pues también con absoluta seguridad, sí.
¿Podemos los humanos
impedir el cambio climático? Con el actual estado del conocimiento, no, de
ninguna manera.
Aunque ¿es posible que
logremos ralentizarlo, aunque sea un poquito? Sí, con total seguridad, pero sin
venirnos arriba.
Vayamos ahora a
desmenuzar, al menos en parte, algunas de estas cuestiones. Empezando por el
cambio climático, aunque quizás sería más exacto hablar de los cambios
climáticos, puesto que la Tierra en su larga historia, de unos 4.500 millones
de años, ha experimentado unos cuantos cambios de este tipo.
Yendo de la actualidad
hacia atrás, en tiempos históricos muy recientes, desde mediados del siglo XIV
y con intensidad hasta mediados del s. XVII, pero con consecuencias hasta
mediados del s. XIX, el hemisferio norte experimentó lo que se ha dado en
llamar la pequeña edad de hielo, unos siglos en los que, solo por poner un
ejemplo próximo, el Ebro se heló parcialmente varias veces.
Esta pequeña edad de
hielo tuvo lugar después de un calentamiento entre los siglos X y XIV, durante
el cual Groenlandia y Terranova se descongelaron parcialmente, dando lugar,
otro ejemplo próximo, a asentamientos vikingos en dichas áreas.
Vamos a retroceder unos
miles de años más, unos 18.000. Toda Europa, hasta, aproximadamente, la mitad
de España estaba cubierta de hielo (hasta 4 km. de espesor); hablamos de la
última de las épocas glaciares importantes y a los geólogos no nos cabe la
menor idea de que actualmente estamos en una época postglacial o interglacial,
experimentando el lógico calentamiento.
De manera simplificada
puede decirse que la Tierra ha experimentado 5 grandes glaciaciones,
evidentemente con sus periodos intermedios de calentamiento. La primera
conocida es la denominada Huroniana, que tuvo lugar hace unos 2.400 millones de
años y duró la friolera (nunca mejor utilizado el término) de 300 millones de
años. Por si alguno no está al día de la evolución de la vida en el planeta,
hay que aclarar que de aquellos remotos tiempos ya hay constancia de existencia
de la misma, al menos a nivel bacteriano.
La segunda es también
bastante antigua, hace unos 850 millones de años y sólo duro unos 200 millones,
pero en ella la Tierra se convirtió en una bola de hielo, completamente helada
al igual que lo está ahora Europa (una de las lunas de Júpiter); ese hecho,
lejos de acabar con la vida en el planeta, dio lugar a la gran explosión de
vida, ya multicelular, que tuvo lugar en el periodo Cámbrico (a partir de los,
aproximadamente, 540 millones de años).
Más breve en el tiempo
fue la tercera de las glaciaciones, sólo 30 humildes millones de años, entre
los 460 y los 430 millones. La cuarta volvió por sus fueros en cuanto a duración,
100 millones de años entre los 350 y los 250. En ambos casos la vida en el
planeta estaba perfectamente desarrollada, aunque, evidentemente, los cambios
en las condiciones de temperatura producían la extinción de especies y la
evolución y aparición de otras. En todas estas glaciaciones y sus posteriores
periodos de calentamiento, nada tuvo que ver el género Homo.
Y, por último, la
quinta, la glaciación cuaternaria, que empezó hace unos 2,5 millones de años y
que es la que aquí y ahora nos ocupa. Nuestro género, en sus primeros
balbuceos, ha ido desarrollándose y evolucionando durante esta glaciación y
que, por ser tan reciente, se puede estudiar con mayor exactitud que las
anteriores.
La glaciación
cuaternaria está compuesta por una alternancia de periodos glaciales de unos
cuantos miles de años (hasta unos 100.000) separados por periodos
interglaciales también de duraciones diferentes.
A partir de datos
obtenidos de muestras de hielo, desde hace 800.000 años hasta la actualidad (De
Tomruen - Data from ncdc.noaa.gov) y basándose en su contenido en CO2, pueden
establecerse 10 periodos principales de alternancia enfriamiento/calentamiento.
Entre los 800.000 y los 600.000 años tuvieron lugar tres glaciaciones
importantes separadas por dos breves periodos de calentamiento (de unos 10.000
años cada uno).
Abreviando un poco el
tema, sin merma del rigor, entre los 600.000 y 100.000 años la Tierra, o, mejor
dicho partes importantes de la Tierra, han experimentado cinco etapas de
glaciación (de duraciones variables entre unos 20.000 y 80.000 años) con sus
periodos interglaciares (también de duración variable entre 10.000 y 40.000
años). He de indicar que en todos los casos estoy redondeando los números para
facilitar la lectura.
La más moderna de las
glaciaciones es la denominada Würm, que empezó hace unos 100.000 años y
terminó, es decir empezó el postglacial actual, hace unos 18.000. Desde
entonces la Tierra está calentándose, ¡¡desde hace 18.000 años!! Es mucho
suponer que las actividades del género Homo, incluyendo la prolífica y
sumamente depredadora especie autodenominada sapiens, cazadores y recolectores
primero, responsables de la extinción de muchas otras especies (aquí toca
recomendar la lectura del libro "De animales a dioses. Una breve historia
de la humanidad", de Yuval Noah Harari), que ya existía durante la última
glaciación, hayan sido capaces de producir tal cambio.
¿Hemos ayudado?, por
supuesto que sí; a partir del siglo XIX, desde la revolución industrial, la
quema de combustibles, fósiles y no fósiles y, sobre todo, con la
superpoblación (vamos camino de los 10.000.000.000 -diez mil millones- de
habitantes para 2050), de modo que cada vez necesitamos explotar más recursos
para todo, más espacio, más comida, más caprichos, más, más, más...
Así que, vista la
historia, nosotros no pararemos el cambio climático; los cambios climáticos
ocurren a pesar nuestro, pero si podríamos frenarlo un poquito, sólo un
poquito, aunque, es tan difícil. Una primera acción tendría que conllevar un
notable cambio en los usos y costumbres de lo que llamamos el mundo
desarrollado; además deberíamos convencer a los países que vienen detrás de que
nuestra forma de vida no es envidiable, de que renuncien a los aires
acondicionados, a las calefacciones, al microondas, a los viajes innecesarios,
a las industrias contaminantes, a comer (tanto), a toda esa serie de cosas que
les enseñamos por televisión y cine, a que los bienes materiales no dan la
felicidad sino todo lo contrario, en fin a todas esas cosas malas que en los
llamados países ricos hacemos, pero como decía Hannibal Lecter en "El
silencio de los corderos", "...deseamos lo que vemos".
Puestos a ello, hay una
solución pelín más drástica, algo traumática, que ya propugnaba el grupo
gallego Siniestro Total hace unos años: en una de sus canciones el estribillo
rezaba así "pueblos del mundo extinguíos, dejad que continúe la evolución,
esterilizad a vuestros hijos, juntos de la mano hacia la extinción". Por
todo ello, ¿pensáis que un planeta con sólo 10.000.000 -diez millones- o 100, o
incluso 1.000, de Homo ¿sapiens? tendría el mismo inquietante problema? Pues
eso.
Voy a terminar con una
inquietante reflexión del Profesor Anguita en el libro citado: "Mirando
hacia un futuro más lejano, los datos orbitales de la Tierra hacen pensar que,
pase lo que pase con el (actual) invernadero artificial, el actual periodo
interglacial debe estar llegando a su fin, ya que ha durado bastante más de la
media, que es de unos 12.000 años. Según estos cálculos, un nuevo periodo
glacial nos alcanzará dentro de un máximo de 4.000 años, quizá mucho antes.
Luego la Tierra se sumirá en un largo invierno de 100.000 años".
A partir de aquí ya
podemos opinar (y, de paso, ir comprando abrigos, por si se adelantase el
frio).
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