PAOLO GIORDANO. JUAN ESLAVA GALÁN.




            Sesión doble. Dos por el precio de uno. Mañana es esa tontería yanquizante del black Friday, otra tontuna más para hacernos caer en el consumismo desaforado, así que imbuido por la estultez reinante, hoy van dos comentarios de lecturas en la misma entrada (no es la primera vez que lo hago, además tampoco es cierto que sea por motivo del viernes negro, eso es pura casualidad, pero aprovechando que el Pisuerga pasa por…).

            Me centro. Por puro azar el libro para este mes en el club de lectura ha sido La soledad de los números primos, de Paolo Giordano. Insisto, pura casualidad, ninguno lo conocíamos ni de oídas, a pesar de que, según averigüé más tarde, tuvo su momento de gloria a raíz de su publicación; es, de momento, el único libro de su autor, para más información licenciado en Física Teórica y con 26 añitos a la fecha de su salida a escena (según nos informa la contraportada). Acabado el plato, me deja un cierto mal sabor de boca, un regusto, no diré amargo, sino, no sé, incómodo, no, tampoco, es como si después de una sesión de fuegos artificiales la traca final fuese sosa, sí, eso es, un final soso. En todo caso, plato fácil de degustar, sin exquisiteces, pero no saciante. Un poco raro que, por lo rarito del argumento y sus protagonistas, hubiese alcanzado cierta fama. Cosas veredes.

            Clarines y timbales, cambio de tercio. Hace unas pocas semanas, deambulando por establecimiento vendedor de libros di con mis ojos en un libro de título curioso: Historia de España contada para escépticos, nueva edición ampliada y actualizada de Juan Eslava Galán. Cogilo de la estantería, hojeelo y comprelo (¡maldita compulsión adquisitiva!, aunque restringida a este tipo de materiales). Gran acierto. No conocía al autor (otro hito más en los océanos de mi ignorancia). Soy aficionado a la historia en un sentido amplio (de hecho estoy ahora releyendo la Biografía de la Tierra (revisada) de Francisco Anguita, del que hablaré próximamente) y la promesa del título de “para escépticos”, es decir que no creen o afectan no creer (según la RAE) y/o que son adeptos al escepticismo que, según María Moliner, es la doctrina que niega la capacidad del entendimiento humano para percibir la realidad de las cosas, me empujaron a ponerme al tajo.

            Disfruté desde la página 1 a la 539 que tiene mi ejemplar. Una refrescante forma de aprender historia disfrutando, si no se es muy escéptico claro; salvo puntuales discrepancias con algún comentario del autor, plato recomendable para cualquier hora del día (yo lo tomaba con nocturnidad y no tuve digestiones pesadas ni me privó de dormir). A no ser que uno sea de natural ultraortodoxo de cuadrícula rígida, fanático de idearios nacional-excluyentes o de boina a rosca (véase la entrada correspondiente), creo que este plato debería ser degustado por todo el mundo con un mínimo de curiosidad generalista por la historia de España.

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