Torrente Ballester y Dai Sijie
Con esto de mis múltiples y varias ocupaciones (entre
ellas la poda, estamos ya en el límite del tiempo), casi se me olvida comentar
dos libros que hemos degustado en enero en el club de lectura de Olivares del cual
formo parte.
Son dos relatos muy diferentes, como supongo que ya os imagináis
por los nombres de los autores. Empiezo por Doménica,
obra póstuma de Gonzalo Torrente
Ballester. Es un delicioso cuento fantástico (en el sentido literal de las
dos palabras), bellamente ilustrado por Maravillas
Delgado. Nada que ver con otras obras del autor, aunque supongo que su
origen gallego, país de umbrías, meigas y lobishomes, puedan tener algo de culpa.
Aventuras de una niña cuyos mágicos poderes hacen que sus
deseos se conviertan en una realidad tan fugaz como ella quiera. Ogros, reyes,
caballeros, princesas, brujas, en fin, noventa páginas (ilustraciones incluidas)
de lectura agradable, recomendada para tiernos infantes o como entremés
delicado, de alta cocina.
El relato de Dai Sijie se titula Balzac y la joven costurera china. El doble de extensión (180
páginas), pero también de agradable lectura; es como otro cuento (más romántico)
en el que se nos narran las aventuras y desventuras de dos jóvenes enviados a
reeducación durante la revolución cultural de Mao Tse Tung (sí, ya sé que ahora
se dice de otra manera -Mao Zedong-, pero que queréis, en a mí me gusta más la
versión antigua).
Es un relato autobiográfico, o al menos así lo proclama y
supongo que con los añadidos oníricos correspondientes, de la estancia en una
aldea remota de las montañas chinas (cerca del Tibet) en las que los jóvenes se “reeducaban”
realizando labores del campo, extrayendo carbón, acarreando madera, etc. A la
vez, distraen a los campesinos con música (uno de ellos toca el violín), o
narrándoles, de pe a pa, sus lecturas (de libros prohibidos) o las películas que
el jefe de la aldea les envía a ver a una ciudad a unos días de camino. Por el
medio, como no, una dulce historia de amor.
No os la destripo más. Lectura fácil, tierna, en la que
el trasfondo duro de la vida de los jóvenes no amarga al paladar.
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