Verity Bargate y Julio Llamazares



En cierta medida, los hospitales son el peor lugar del mundo para aceptar una cosa como lo que te ha pasado…A veces pienso que las cosas tendrían que ser al revés: las operaciones os las tendrían que hacer en casa y os tendrían que traer aquí después, cuando pudierais veros las cicatrices y todo empezara a ser real”.  Este pensamiento, que trata de ser consolador, lo dice la enfermera a una paciente a la que acaban de practicar una mastectomía.

Con la misma moneda es el segundo de los libros de Verity Bargate que leo (véase la entrada No mamá, no). Tan inquietante como el primero. Ambos con una protagonista que no sé en qué medida reflejan la personalidad de la autora. En la contracubierta de la portada informan que la autora empezó a escribir al mismo tiempo que le diagnosticaron, a los 38 años, un cáncer, que temía morir a los 40 años, como su madre, y que vivía angustiada por haber nacido el 6 de agosto, el mismo día del bombardeo de Hiroshima.

Murió a los 41 años y sólo escribió tres novelas. He leído la primera (No mamá, no) y ésta, que es la última. Creo que no castigaré más mi cerebro con la intermedia. Historias realmente muy duras con protagonistas femeninas realmente perturbadas. A pesar de todo, sin remordimientos por el trabajo. Ah, me gusto más la primera.



Distintas formas de mirar el agua, novela del leonés Julio Llamazares, es otra obra triste (puede que la coincidencia en el tiempo de ambas lecturas fuese acumulativa para este sentimiento, no sé, en el próximo dueto tengo que cuidar mucho más la selección).

No me gusta dar opinión ni a favor ni en contra de mis lecturas. No impide que en ocasiones lo haga, después de todo soy un simple mortal al que le gustan desde las acelgas salteadas hasta una buena liebre a la cazadora, bien especiada, pasando por todo tipo de frutos de la mar y de tierra. Hermoso libro el de Llamazares. Es una pena que a la inhumación de Domingo fuese tanta familia y que todos quisieran contar sus reflexiones y recuerdos; pensándolo bien no estoy muy seguro que pueda usarse ese término, inhumar, al hecho de arrojar las cenizas a un pantano.

Conozco las zonas donde se desarrolla la historia, el norte de León y la Tierra de Campos en Palencia y la lectura ha sido propicia para remover algunas brasas felices de la memoria.




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