Ismaíl Kadaré
Un
libro diferente a los que últimamente compartían conmigo mesa y mantel.
Diferente en las situaciones, la historia, la abrumadora existencia dentro de
un enorme palacio, con sus interminables pasillos, la inmensidad de una soledad
rodeada de gente que está, pero que no se ve excepto en los momentos de
descanso. La absurdamente enloquecida materia de trabajo de los funcionarios. De
rencillas palaciegas. Hablo de El palacio
de los sueños, de Ismaíl Kadaré,
Albania, 1936-. Premio Príncipe de Asturias de las letras en 2009.
Es
mi primera degustación de Kadaré. Notable alto. Volveré a degustarlo para ver
si esa delicatesen se confirma. Entre las frases, párrafos, reseñables, un
aviso para navegantes centrífugos. La acción de la novela se desarrolla en una
época indeterminada del imperio otomano, más bien próxima a su final, en el que
empezaban a surgir movimientos disgregadores; la reflexión que sigue es de uno
de los ingredientes:
Un día conquistarán verdaderamente la
independencia, pero entonces perderán todas esas enormes posibilidades,
perderán esta extensión gigantesca sobre la que pueden volar como el viento, se
encerrarán en ese estrecho territorio suyo, sus alas se trabarán y ellos
acabarán chocando con una u otra montaña, como las aves cuando les falta
espacio para remontar el vuelo: se marchitarán, se anquilosarán y, al fin, se
preguntarán ¿qué hemos ganado? Levantarán entonces los ojos en busca de lo que
malbarataron, pero ya será demasiado tarde.
La
historia futura que dibujan muchos de los relatos de ciencia ficción habla de
grandes grupos humanos, regidos por gobiernos democráticos centrales, con
delegaciones en todos los planetas habitados, solidarios entre sí y con
libertad de movimientos entre todos ellos. También es cierto que aparecen
tiranías, autoenamorados de su ombligo y todo tipo de “perversiones” humanas,
humanoides o extraterrestres, pero, en mi muy humildísima opinión, el
individualismo no ayudará a la pervivencia de la raza. Quiero creer que es lo
que trata de decirnos Kadaré en el
párrafo anterior.
Buen
provecho.
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