MANUEL VILAS




            Maldito seas Manuel Vilas por haber escrito un libro como Ordesa. Me costó acabarlo porque no quería acabarlo, a pesar de todas las coces que le iba pegando a mi cabeza, a pesar de todos esos párrafos que me obligaron a releerlos y pensar y repensar lo que provocaban y las cosas que me volvían a la memoria desde las telas de araña del tiempo. A pesar de hacerme ver todas las cosas que no hice y que podría (debería) haber hecho, imposibles de rectificar ahora. A pesar de todas esas ventanas abiertas a simas que me obligaron a sentir el vértigo de nuevas formas de mirar.

El martes 24 de marzo del año 2015, un Airbus de la compañía aérea Germanwings se estrelló en los Alpes franceses. Murieron 150 personas…¿Cómo murieron, golpeados o quemados?...Nadie habla de cómo se rompe un cuerpo de un chico de catorce años arrojado contra la chapa y el fuego y el plástico y el hierro de un Airbus a novecientos kilómetros por hora. ¿Cómo es? ¿Arden los órganos internos, que percepción tiene el sistema nervioso central de la piel arrasada por el calor? ¿Cómo es la valoración que hace la inteligencia emocional de la destrucción del cuerpo?” (página 282).

Degustar frases ocurrentes (no en vano es además poeta).

“…del cabezal obturado por la cal de la ducha, de la que solo emanaba un hilo de agua, unas gotas cansadas de ser agua” (página 310).

Las reflexiones sobre aspectos de la cultura, de la enseñanza, de la relativa importancia de las cosas y su trascendencia.

“Esa confusión de nombres encerraba una ironía sobre la totalidad de nuestro conocimiento; me recordaba cuando mis alumnos confundían a Quevedo con Góngora, o a Lope de Vega con Galdós, y yo me quedaba maravillado y, lejos de rasgarme las vestiduras, veía allí un lugar nuevo desde el que contemplar las cosas, la inesperada vacuidad de la cultura y de las palabras y de la realidad humana” (página 293).

Billetes recién salidos de una decimonónica Casa de la Moneda. Todavía no llevan la peste de la miseria. Nadie los ha tocado con dolor. No han humillado a nadie. No han sido exhibidos como arma ante nadie. No han comprado nada aún. No los ha tocado la mano del miserable, del corrupto, del asesino, del humilde, del vencido, del acabado, del abominable” (página 346).

Terrible libro.


           

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