Paparruchas y memeces





Un querido amigo (JA) me reenvía por WhatsApp un mensaje que a él le había llegado. Aclaro que ambos somos geólogos y, por ello, empezamos a sacarle punta al cúmulo de desafueros que la “soldada” vomita en su mensaje. Primero leedlo por favor (un par de veces si fuera preciso); después van algunos de los hilos que entre ambos hemos ido sacando de esa madeja. Constituyen un auténtico cambio de paradigma en la interpretación del planeta y su dinámica geológica.

A partir de eso empezamos nosotros a desbarrar.         

JA: Si la Tierra es plana y está limitada por paredes de hielo que serían los bordes de la sartén ¿Cómo es que el calor de las almas en combustión no derrite las paredes de la sartén?
Él mismo se respondió: se derriten y es lo que está haciendo subir el nivel del mar.

YO: Ese calor hace que las rocas se derritan y surgen  los volcanes.

JA: De lo que se deduce que lo de la tectónica de placas era un bluf, además los granitos serían el residuo seco de la combustión de las almas.

YO: Sí, pero solo almas de blancas, ya que las de los negros darían lugar a los basaltos.

JA: Eso, blancos leucocráticos y negros melanocráticos.

YO: Los diferentes colores de las rocas se deberían a los diferentes tonos de la piel de los humanos.

JA: Los elementos pesados corresponderían a las almas de todos esos pesaos, muy pesaos, que nos cruzamos a lo largo de nuestra vida.

YO: Y las almas de los gordos originarían los plutones, mientras que los muy flacos apenas alcanzarían a ser filoncillos. Las rocas metamórficas serían el resultado del recocido de las almas del purgatorio, situado en un lugar intermedio por lo que no llegan a fundirse al sobrellevar un calor más liviano. Nos queda el cielo, en un nivel superior, almas justas en un ambiente de temperatura agradable y que serían las responsables de la capa de ozono que favorece la existencia de la vida y de las suaves lluvias y vientos que nos bendicen (o no); son, evidentemente, los gases nobles. Las rocas sedimentarias no cambian en su génesis respecto a la teoría tradicional. Por lo que se refiere a las montañas, pliegues, fallas, cabalgamientos, redes cristalinas, fósiles y todas esas otras zarandajas en las que los geólogos se entretienen, son debidas a que el ser supremo ya diseñó y creó la Tierra así, precisamente para que los geólogos estén ocupados con teorías peregrinas (que, por cierto, a algunos les sirven para comer).

                Este modelo de planeta cilíndrico con la Tierra en un plano central es realmente interesante y podría arreglar de un plumazo el calentamiento global: bastaría una amplia amnistía de almas pecadoras, cosa nada imposible para la clemencia del todopoderoso.  Amén.

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