COMIENZO DE CURSO


Hola

Después del paréntesis agosteño vuelvo a dedicarle un poco de mí ocupado tiempo a este blog. No es que lo haya dejado del todo (el día 16 reproduje aquí un escrito que me publicó el diario La Nueva España en su edición digital), pero no le dediqué tiempo específico, más que nada por desidia, por los deberes lectores que me había puesto y por un cierto cambio temporal de la rutina, amén de un pequeño incidente familiar.

Hoy empezaré por mi (ilusa) previsión de lecturas. Como siempre en este tema, tengo “el güeyo más grande que el gutiello”: acopié unos cuantos libros de los que solo pude degustar una parte; así y todo tragué a Javier Marías (Berta Isla), Petros Markaris (Universidad para asesinos), un homenaje por la defunción de Andrea Camilleri (El carrusel de las confusiones) y Lewis Dartnell (Orígenes); también me dio tiempo a empezar con Fernando Aramburu (Patria). Me quedaron unos cuantos encima de la mesa: algo de Lee Child, de Primo Levi, de Benjamin Black, de Ramón J. Sender y algún otro. Lo dicho, demasiado.

Iré colgando alguna frase y reflexión sobre cada uno de ellos, aunque hoy prefiero un comentario general sobre la diarrea escritora (no mía, de otros). Tarrezco empezar esos libros/tocho de 400, 500 o 600 páginas a los que tan aficionados son algunos autores. La traducción literal del asturiano “tarrezco” es “aborrezco”, pero yo le doy más un sentido de “pereza de empezar”, ya que el aborrecimiento me parece más relacionado con el odio, como un escalón menor, pero en modo alguno odio ni tengo aversión a un libro por su grosor, pero cada vez más me gustan relatos más breves.

Creo además que en muchos de esos ríos de tinta se cuelan páginas y páginas que aportan poco al normal discurrir de la historia, calles laterales de la vía principal que no conducen a ninguna parte, disgresiones más o menos lúcidas que, casi siempre, entorpecen el disfrute de la lectura, detalles o semblanzas de personajes que no son necesarios, en fin, que tal parece que al autor le pagasen por palabras y que es necesario “enrollarse” (tal como yo lo estoy haciendo ahora).

Creo que fue Mark Twain (1835-1910) el que dijo “te escribo esta carta larga porque no tengo tiempo de escribirte una corta”. Paréntesis: ante la duda sobre esto, busco en san google y me dice que la frase es de Blaise Pascal, 1623-1662, cierro paréntesis. Pues lo abro otra vez: en otra entrada la atribuye a G. Bernard Shaw (1856-1950). Todas ellas similares a “lo bueno, si breve, dos veces bueno” de nuestro Baltasar Gracián (1601-1658), citado en ocasiones como “lo breve, si bueno, dos veces bueno”, versión esta última que me gusta más. Ustedes vosotros mismos. Amén.

Comentarios

  1. En catalán hay un dicho que, más o menos dice: "En los botes pequeños está la buena confitura".
    Saludos.

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