REUNIÓN ALUCINANTE
Hace
unos meses asistí a una de las reuniones más alucinantes de mi vida (y os
aseguro que he tenido que ir a muchas, posiblemente centenares), por no decir
que es la que se lleva, de momento, la palma.
Soy
miembro, en representación de una asociación de vecinos, de uno de los consejos
de distrito del ayuntamiento de Oviedo. Una breve introducción para los no
iniciados. Los responsables municipales de Oviedo decidieron que este concejo
se divide en siete distritos: cinco urbanos y dos rurales. Cada uno de ellos
está presidido por un concejal por delegación de la alcaldía (creo que la
concejalía responsable era la de participación ciudadana) y forman parte del
consejo un representante de cada uno de los grupos políticos del ayuntamiento,
las asociaciones vecinales del distrito y una representación de diferentes
colectivos empresariales, culturales, etc.
Bueno tras esos mínimos datos explicativos, es necesario
decir que la operatividad de esos consejos deja bastante que desear, pero eso
no viene ahora al caso o, si viniese, no me apetece extenderme en ello.
Cada consejo se reunía, de manera independiente, con una
cierta regularidad (unos tres meses) para tratar temas diversos, entre ellos la
asignación a obras y suministros de un muy menguado presupuesto anual del que
se disponía. Proyectos que se llevaban a cabo, o no.
El
año pasado ya tuvimos otra reunión digamos que peculiar: todos los consejos
fuimos convocados a una reunión conjunta, sin presidencia alguna, en la que
cada consejo además tenía que tener quorum por sí mismo. Un auténtico desastre
de reunión ya que, excepto uno, no se alcanzó la asistencia requerida para
constituirse, por lo que no se tomó ninguna resolución.
Al
que yo pertenezco, por no asistir, no asistieron ni la presidente ni la
vicepresidente, y no fuimos los únicos, en fin, desastre total. Pues bien, a la
reunión a que me refiero fuimos otra vez convocados todos los consejos de
distrito con un único punto en el orden del día: aprobar las actas pendientes
de consejos anteriores. No alcanzo a comprender muy bien la urgencia, aunque la
supongo por mor de la renovación de los ediles tras las pasadas elecciones
municipales.
Todos
a una, en la misma sala, pero otra vez era necesario el quorum de cada uno de
los consejos para votar las actas correspondientes. Esta vez sí estaban todas
las presidencias delegadas así que, por ese lado, nada que objetar. En
principio era una reunión de puro trámite (salvo que alguien detectase algún
error en alguna de las actas), pero algunos tenían resquemores nada ocultos que
brotaron enseguida, incluso algunos “representantes” (que por los caprichos que
muestran no se sabe muy bien a quién o qué representan) salieron cuando tocaba
formarse su consejo para evitar el quorum.
Pues
bien, solamente alguno de los distritos alcanzó el quorum y votaron las actas,
mientras que otros no pudieron hacerlo por falta del número mínimo de
asistentes. Hasta ahí todo casi “normal”. La traca llegó cuando se pasó lista
de uno de los consejos; sí se alcanzó la asistencia mínima requerida, por lo
cual podía pasarse el acta a votación ¿Qué decía la correspondiente acta? Pues
que la reunión anterior no pudo celebrarse ya que no había asistido ningún
representante de las asociaciones, entre otros, y, por tanto no hubo quorum.
Esta vez estaban varios representantes, un concejal que no había asistido a la
previa y otros que sí. El acta reflejaba exactamente lo que había ocurrido, sin
adornos ni redacción torticera alguna. Pues no se aprobó. ¿Por qué? me dirán
vuesas mercedes, pues porque los representantes de las asociaciones presentes
ahora votaron ¡en contra!, a pesar de que no estuvieron en la anterior y sabían
perfectamente que lo que decía el acta era cierto.
¡Pasen
y vean!, la falta de cintura y cordura que impera en buen número de miembros de
nuestra clase política está contagiando el sentido común de los gobernados o
¿será más bien que esa idiocia empieza por abajo y explota cuando sale a la luz
mediática por mínima que ésta sea? No sé, con los años me estoy volviendo más
exigente en algunas cosas y más compresivo en la mayoría, pero con la estupidez
gratuita no puedo.
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