NOVELAS DE MISTERIO




Las novelas de misterio (en un sentido más estricto las de asesinatos) están mal  diseñadas formalmente. Por retorcido que sea el argumento o su desarrollo, por más pistas falsas que el autor nos meta en el texto para ir liándonos, siempre al final aparece el o los asesinos. Y claro según vamos devorando las páginas y avanzando en la trama llega un momento en el cual al autor no le queda más remedio que hacer aparecer al culpable, iluminar pasajes oscuros de la trama, desvelar sucesos en un principio misteriosos. ¿Qué ocurre? Que, claro, según avanzamos en la lectura y llegamos al último capítulo (o al penúltimo) aparece la pista, el sospechoso plausible, la conjunción de hechos que dan sentido a todo lo ocurrido, además de, en ocasiones, un destripe (ahora lo llaman spoiler) del hasta entonces imprevisible final.

En ocasiones a los viciosos del  género, cuando estamos disfrutando de la lectura y de la trama, nos fastidia ver que ya solo quedan unas pocas páginas y que, inexorablemente, pronto se acabará la inquietud, la duda, el interrogante, esa curiosidad por saber el quién o el cómo, además, por supuesto, del placer de una lectura gratificante, que es lo único que puede tener en común con otras narraciones.

A ese mal diseño me refiero. A ese anticlímax que sabemos que se avecina próximo. Y claro, no tiene solución. La novela infinita no existe y si existiese sería infinitamente agotadora y, a partir de un punto, aburrida, insoportable. Además, ¿quién querría ser inmortal para escribirla?, y lo que es peor,  ¿quién quiere ser inmortal para leerla?, y aún peor todavía ¿quién podría ser capaz de aguantar la intriga infinita sin saltarse páginas para, al fin, SABER?

Bueno, después de todo parece que a lo mejor sí está bien que las intrigas se resuelvan en unas cuantas páginas. Incluso mejor todavía si esas páginas no son demasiadas y mejor aún, miel sobre hojuelas, si la edición nos facilita la lectura espaciando las líneas, aumentando los tipos, esos pequeños detalles que los lectores empedernidos agradecemos muy mucho (aunque sea a costa de unas cuantas páginas más).

Sí, ya sé que la imagen no tiene nada que ver, pero me apeteció ponerla.

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