VIDA Y MILAGROS DE PATRICIO SOUSA Capítulo VIII.


VIDA Y MILAGROS DE PATRICIO SOUSA

Capítulo VIII. Preparativos varios.Campaña.

            La semana anterior al inicio de la campaña, todos los candidatos fueron sometidos a una fuerte presión concienciadora, unos ejercicios espirituales concentrados en sesiones agotadoras de hasta dos horas, plagadas de abrazos, deseos mutuos de ánimo, canapés variados, copas a degüello, promesas de gloria eterna y bienestar infinito, todo ello guiado por selectos equipos de sicólogos del partido. Un breve inciso sobre el tema de los “equipos de sicólogos”; si bien el sicólogo logra su titulación y posibles conocimientos de manera individual, una vez titulados devienen en animal gregario, colonia  cooperativa similar a hormigas o abejas, ejerciendo sus habilidades ante los supervivientes de catástrofes, afectados por desgracias familiares, atentados y toda una serie de hechos luctuosos tras los cuales las personas involucradas, incapaces de soportar por sí mismas la pérdida de que se trate y/o el acoso permanente en su brevedad de asquerosos y carroñeros medios de comunicación, necesitan el apoyo de equipos de sicólogos;  independientemente del número de perjudicados, sea uno o un centenar, siempre uno o más equipos se ponen a su disposición. Y pienso yo, ¿no sería más adecuado hablar de enjambres de sicólogos?, o incluso ¿batallones de sicólogos? puesto que a batallar van armados de su ciencia para volver al redil a mentes díscolas o, en según qué casos, a alienar espíritus cabales.
           
       Volviendo a lo que nos ocupa, cohesionado fuertemente el grupo de candidatos gracias al adoctrinamiento condicionado, a las muchas hora de forzada convivencia y, por qué no decirlo, de franca camaradería, etílica las más de las veces, todos se encontraban dispuestos a comerse a los votantes, a los candidatos de otros partidos y al mundo entero si fuera necesario, tales son los resultados de una potente puesta en común de ideas y fines.
          
     El fin de semana anterior al inicio de la campaña andaba nuestro Augusto nervioso y agitado, inquieto ante las dudas que le surgían, incluso pelín acojonado frente a su capacidad de reacción frente a las posibles preguntas o situaciones que a lo largo de los próximos diez días tendría que afrontar (esa es la duración máxima de las campañas electorales en Portugal, fijada así en función de estudios sociológicos que demostraban que a menor o mayor duración decrecía el porcentaje de ciudadanos dispuestos a votar, bien por no decidirse, bien por puro hartazgo). Así pues, el jueves día 17 de octubre empezó la campaña que culminaría con la votación del domingo 27. Fueron largos días de mítines, de mal mirar, mal meter y mal decir sobre el resto de candidatos de los demás partidos, enemigos declarados en aquellos días de simpar contienda, bestias sanguinarias que, a diferencia de los propios, solo propugnaban la destrucción de la ciudad y de la acomodada vida de sus conciudadanos. Ah, si uno pudiera grabar en imagen y sonido todas las sinrazones que se dicen en tales ocasiones y que sirviesen, en juicio sumarísimo, para condenar a penas de riguroso ostracismo y pérdida de escaño a aquellos que las profieren, a buen seguro que andaríamos faltos de políticos electos antes de que se cumpliese ese periodo de gracia (cien días) que ellos a sí mismos graciosamente se dan (periodo durante el cual los ciudadanos tienen que poner cara de tontos y entendederas de corcho, vean lo que vean y oigan lo que oigan, tales son los designios de los electos).

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