VIDA Y MILAGROS DE PATRICIO SOUSA. Capítulo X (y final).


VIDA Y MILAGROS DE PATRICIO SOUSA

Capítulo X (y final).

¿Qué os esperabais? ¿La evolución de la vida de Patricio a partir de haber alcanzado tamaña canonjía? Pues no. Como mucho, y para no dejaros con dudas sobre el devenir de nuestro personaje, os hago un pequeño resumen.

A partir de su toma de posesión como concejal, todo fue cómo cabría de esperar. Tras unos primeros meses de adecuación a sus nuevas responsabilidades y tras el oportuno periodo (corto, apenas unos meses) de noviazgo formal, Patricio y Celeste se casaron. Patricio, gracias a su cargo de concejal encargado de las mareas, logró una pingue fortuna por el simple procedimiento de poner en práctica una su idea consistente en cobrar tasas municipales a todos los barcos que saliesen o arribasen a puerto con marea alta (tasa doble) o baja (tasa sencilla), tasas de las cuales revertía en su peculio un razonable diez por ciento (después de todo la idea había sido suya), mientras que al consistorio le llegaba un ochenta y cinco por ciento (el cinco por ciento restante era, claro está, para el partido).

De su matrimonio con Celeste nacieron 2 hijos y una hija, a los que, gracias a la desahogada posición económica alcanzada, dieron estudios, lo que les sirvió para, a su vez, ser personas respetables en la sociedad porteña (aclamado jinete hípico el mayor y fino jugador de polo el menor). A pesar de la intensa y prolongada vida pública, nadie piense que hubiera otras aventuras fuera del matrimonio. Siempre Patricio fue personal seria y formal, fiel y respetuoso de los más elevados principios morales y religiosos. Salvo las escasas visitas a algún que otro lupanar en el periodo juvenil, justificadas por la etapa de iniciación y aprendizaje de los hábitos reproductores, y algunas exploratorias satisfacciones solitarias (mayoritariamente en sus primeros años), solo Celeste ocupó ese campo de su vida.

Los hijos dieron nietos a Patricio y Celeste lo que les alegró la vejez (bueno, sea cierto o no, ¿qué otra cosa se puede decir?), mientras que la hija, dotada de un cerebro prodigioso para la química, fundó (con capital inicial cedido por su padre) una empresa de desarrollo químico-farmacéutico que hizo grandes avances (patentados, por supuesto) en ese campo, lo que la convirtió en una de las personas más ricas de la nación. Ni que decir tiene que su preclara inteligencia la liberó de someterse a la servidumbre del matrimonio, si bien fue madre de varios hijos, todos ellos por fecundación, natural o in vitro, a partir de espermatozoides de individuos cuidadosamente seleccionados por ella misma.

Patricio nunca alcanzó (ni quiso) cargos públicos mayores que la concejalía lograda al primer intento y en la que se mantuvo, no se sabe muy bien cómo (permítaseme aquí una ligera sonrisa) a lo largo de casi veinte años, siendo siempre (a petición propia y con la aclamación del partido) el responsable del control de las mareas (y sus tasas claro).

Falleció, rodeado de las lágrimas de todos sus familiares, a la provecta edad de 106 años, a los que descontando los 18 de los que partía por nacimiento, da como realmente vividos la nada despreciable cantidad de 88, lo que no está nada mal. D.E.P.

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