MISCELÁNEA
MISCELÁNEA
Hoy
tenemos una miscelánea. Mi idea inicial era comentar algo de la película “Parásitos”, gran triunfadora de los
últimos premios Óscar (información para quienes eso pueda tener una cierta
relevancia, que no es mi caso). Pero la estrenaban a las diez de la noche en la
plataforma a la que estoy suscrito y me dije, bueno, de toda la oferta, vamos a
empezar con esto, a ver qué tal andan de acertados (para mí gusto, claro está)
los académicos del cine. Premio al mejor guion original, mejor película, mejor
dirección y mejor película internacional. Palma de oro en Cannes. Con todos esos laureles
tiene que estar bien, así que me dispuse, con buen ánimo, a disfrutar del pase.
No pude con ella. Tuve que parar. No pude soportar tanta
infamia, iniquidad, hijoputismo, desprecio, amoralidad, falta del más mínimo
agradecimiento y respeto a los demás como demuestran todos y cada uno de los
componentes de una de las dos familias protagonistas hacia la otra y al resto
de personajes que por la historia desfilan.
He visto (y veo) mucho cine. Me gusta. Todo tipo de
películas. No me distancio demasiado de las historias que discurren ante mis
ojos (eso seguramente es un problema mío, un defecto por mi parte, pero cada
uno es como es). Lo he pasado bien, regular y mal con las mil y una historias
que cuentan, pero son muy pocas las cintas que he dejado de ver hasta el final.
Nunca me he salido de un cine dejando la película a medias. Reconozco que verla
en la televisión en casa es diferente. Puedes distraerte por momentos, levantarte,
retroceder o avanzar y, además, cambiar de canal. Además, hay días y días,
estados de ánimo cambiantes y, posiblemente, ayer no era el mejor día ni la
mejor época para ver una historia como la que esta película cuenta.
No sé,
honradamente si los premios otorgados son merecidos o no, ni realmente me
importa, pero, de momento, creo que no voy a hacer un segundo intento. No entra
en mis planes inmediatos darme un baño de bajada de ánimo y de cabreo ante la injusticia,
bastante lo hace la actual realidad sin tener que recurrir a paraísos
artificiales.
Punto
y aparte. Hoy caí en la cuenta de que no había escrito nada de las lecturas de
este mes de mayo. Otra sorpresa. No fui consciente de ello hasta que me puse a
escanear las portadas de los libros leídos estos días. Nada premeditado. Quizás
una traición del subconsciente por las circunstancias que vivimos. Aquí os van
títulos y autores, por riguroso orden de lectura: “Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie” de Juan
Eslava Galán. “Falcó” de Arturo Pérez-Reverte. “Eva” de Arturo Pérez-Reverte. “Réquiem
por un campesino español” de Ramón J. Sender.

No me
digáis que no estaba yo monotemático. Con el paladar dispuesto para una única gama
de sabores. Todas sobre, o en, la guerra civil española. El primero, la propia
guerra contada de un modo muy personal (a pesar del título, a mí sí me gustó).
Dos novelas con un cínico y casi amoral protagonista, ambas ambientadas en los
primeros meses del fratricidio. El, afortunadamente corto, desgarrador relato
de Sender de un episodio (otro más) de la miseria humana, mayor aún en ese tipo
de guerras. En éste último caso encima relectura: hacía muchos años de su
primera y amarga degustación. Todos ellos estaban por casa en sitios distintos,
no muy alejados, pero no tan próximos ni ordenados como para que fuesen así leídos,
uno detrás del otro. Entremezclados además con otras lecturas pendientes apetecibles que no
cogí. ¿Porqué? ¿Será acaso también otro fruto inconsciente del prolongado encierro?
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