LA UNIVERSIDAD
La etapa más larga de mi vida. Cuando
empecé en octubre de 1972 en la Universidad tenía dudas entre dos opciones:
química o geología. El primer año era común para ambas (se impartían
matemáticas, física, química, geología y biología) aunque pronto me decidí por
Geología. Dos circunstancias dieron pie a mi vocación geológica: un buen
profesor de la asignatura Ciencias en 3º de bachiller (a pesar del rollo
cristalográfico inicial) y una curiosidad innata de observación del entorno. En
mis juveniles correrías de pescador furtivo de pedrero, en la zona comprendida
entre el faro de Candás y el flish de la playa de San Pedro, entre llámpares,
andaricas, oricios, quisquillas, pulpos y congrios, solía volver a casa con
algún bicho petrificado, muy abundantes en algunas de aquellas zonas que, con
el transcurrir del tiempo me enteré que pertenecían a unas formaciones
arrecifales que por allí afloran.
Tras un primer año de adaptación al
entorno, con apasionadas partidas de mus en “El grano de oro”, una cafetería
próxima a la Facultad, mi padre sugirió que vería con buenos ojos que me
dedicase a otros saberes, así que, ya decidido tras una excelente Geología
general en 1º, en el curso 1973-1974 empecé de verdad los estudios de Geología
que terminé en el 1977/78 (17ª promoción, de ella es la foto que aparece, así
como la de los profesores que por aquel entonces daban clases en la licenciatura).
Algunas curiosidades históricas: para
formalizar la primera matrícula había que aportar una certificación del acta de
nacimiento, el título de bachiller superior, certificación especial de haber
aprobado el COU o el examen de madurez del curso preuniversitario, una
certificación médica oficial de no padecer enfermedad infecto contagiosa, tres
fotografías iguales tipo carné y además, las chicas tenían que presentar una
certificado de haber cumplido el servicio social, una especie de mili femenina
de aquellos tiempos. El coste de la matricula era, en ciencias, de 3000 pesetas
más 171 del seguro escolar (total unos 19€). Las asignaturas sueltas costaban
500 pesetas (3€) cada una.
En el curso 72/73 la Universidad tenía
7.067 alumnos, de los cuales 869 cursaban Derecho, 1.715 Letras, 1.669 Medicina,
646 Minas, 479 Veterinaria (en León) y 1.689 Ciencias (Química, Biología y Geología).
El rector era el profesor José Virgili Vinadé y el decano de la Facultad de Ciencias
un biólogo, el profesor Emilio Anadón Frutos, siendo por aquel entonces
secretario de la misma el geólogo y catedrático de Paleontología Jaime Truyols
Santonja.
Mi promoción real (curso 1974) fue especialmente
numerosa en su comienzo (éramos alrededor de 90) pero ya en segundo quedamos
unos 30. Del primer curso, 1972/73, no recuerdo ningún hecho extrauniversitario
especialmente notable. El curso 1973-1974 fue extraño. Al entonces ministro de
educación, Julio Rodríguez, se le ocurrió la humorada de que los cursos de la
universidad fuesen parejos con el año natural, con lo que el curso empezó en
enero de 1974. Los que repetíamos parte de primero (ya expliqué lo del mus),
tuvimos clases de octubre a diciembre en las que ya, puestas las pilas, aprobé
algunas de las asignaturas pendientes, con lo que en el 74 ya empecé a ponerme
al día y terminé la carrera curso a curso. En diciembre de 1973 tuvo lugar la
ascensión al cielo, en cuerpo y alma, de Luis Carrero Blanco, presidente de uno
de los últimos gobiernos de la dictadura franquista, que ocurrió en el entorno
próximo al inicio de las vacaciones de navidad. Curiosamente en el último año,
1978, el personaje fue nuevamente elevado, esta vez a los altares, por el
cismático y herético papa Clemente XVII del Palmar de Troya, para satisfacción
de los nostálgicos del anterior régimen y mofa y cachondeo de la mayoría del
resto del personal.
Por supuesto que, del intervalo
completo, es decir del 72 al 78, hay que resaltar que fueron años muy interesantes,
agitados, intensos en lo social y lo político. La excelente docencia de casi
todos los profesores que me tocaron en suerte y que me hicieron amar aún más la
Geología. Las prácticas de campo de un día o de varios, hasta una semana, que
nos permitía estrechar lazos con los compañeros (y con los profesores, como se
ve en la foto ilustrativa que corresponde al ultimo de los campamentos que
hicimos en cabo Ortegal en 1978) y aunque alguna bronca también hubo, ¿quién se
acuerda ahora de ellas? Las asambleas y huelgas estudiantiles, las carreras
delante de los grises, las manifestaciones, etc. pero llenos de satisfacción
por los cambios que tocaba vivir. Al principio más duros, mientras duró la
agonía de la dictadura franquista y de su fundador, después mucho más
ilusionantes, con el renacimiento titubeante de la democracia, la legalización
de los partidos políticos y las primeras elecciones democráticas en España
después de más de 50 años. De aquella ilusión de entonces ahora…, en fin…, me
queda lo que me queda.
En octubre de 1978, recién estrenada
mi Licenciatura en Geología, firmé mi primer contrato como Profesor Ayudante en
el entonces Departamento de Petrología y Geoquímica cuyo director era el
catedrático Modesto Montoto San Miguel, con el que ya había empezado a trabajar
mientras estudiaba 5º de carrera. Nunca le estaré lo suficientemente agradecido
por haberme acogido y guiar mis primeros pasos en la investigación en
Petrología y en la docencia. En abril de 1981 leí mi Tesis de Licenciatura y en
mayo de 1985 la Tesis Doctoral. En octubre de 1986 gané la plaza de Profesor
titular de Petrología y Geoquímica por oposición, en la que permanecí hasta el
31 de agosto de 2016, cuando me jubilé con 61 años, cansado, decepcionado con
algunas de las cosas que ocurrían, harto de las estupideces de los gestores de
la investigación y de la tontuna didáctico-pedagógica imperante, con pesar por
dejar de rejuvenecerme año a año con la llegada de nuevos estudiantes, triste
por todos los buenos momentos que todavía podría pasar en mi trato con ellos,
apenado por dejar la docencia que tanto he amado siempre, lamentando alejarme
de compañeros/amigos con los que he pasado tantos buenos y malos ratos.
44 años en la Universidad de Oviedo. 1+5
de estudiante. 38 de profesor. De ellos, 6 de Vicedecano de la Facultad de Geología, 7
como Secretario académico de la Escuela Politécnica Superior Guillermo Schulz
(de Ingeniería Geológica) y 5 años como Decano de la Facultad de Geología. Además un montón de años dedicado a otras
actividades ligadas a la vida universitaria (comisiones varias, pruebas de
selectividad, etc. etc.) sin abandonar nunca la docencia (clases en la Facultad de Geología, en la Escuela de Minas de Oviedo, en la Escuela Técnica de Ingenieros de Minas de Mieres, en la Escuela Politécnica Guillermo Schulz) y la investigación (proyectos de investigación, informes, publicaciones, congresos, etc.).
Con todos los malos ratos, que los hubo, y con todas las alegrías, las más, no
cambiaría ni uno solo de los momentos que allí pasé.
Fue un placer tenerte como alumno, primero; y como colega y compañero, después. Entonces y ahora como amigo.
ResponderEliminar(Por cierto, ¡qué tiempos los setenta!)