TOMÁS NEVINSON. JAVIER MARÍAS

 

TOMÁS NEVINSON. JAVIER MARÍAS


667 páginas. A gusto se habrá quedado el autor. No volveré a hacer comentarios sobre mi opinión sobre este vicio (para mí) actual de novelas-río. No porque esta novela me haya hecho cambiar de opinión, sino porque ya sería repetición cansina.

Abundante y a la vez sabroso, alimenticio y saciante plato. Claro que hay cosas para hacer algún comentario crítico, pero me las ahorro. Me gusta como cocina Javier Marías. Me gustan sus entremeses semanales en el suplemento dominical de El País; tengo muchos de ellos recortados por si algún día necesito reafirmar mis convicciones en alguno de los temas que trata. Me gustan sus platos más elaborados. En esta última entrega, subsidiaria de la anterior “Berta Isla”, pero con una preparación muy diferente, en la que solo uno de los ingredientes principales vuelve a llenar el plato, sin olvidarse de ocasionales toques de alguno de los que formaban parte de “Berta”, se explaya a gusto.

Aprovecha el autor para poner en boca de los protagonistas sentencias que, o bien pertenecen a su ideario, o bien son meros recursos literarios para darnos a conocer mejor a los protagonistas; en cualquier caso, invitan a reflexión. Van algunos ejemplos.

(Sobre los espías) … no soportan que sus hazañas no consten en ningún registro, les acaba por pesar el secreto de su existencia. Piensan que los secretos sólo tienen sentido si alguna vez dejan de serlo.

Nosotros hacemos, pero no hacemos, o no hacemos lo que hacemos, o lo que hacemos nadie lo hace. Simplemente sucede… Tras haber sido Alguien se hace muy difícil volver a ser nadie.

De la primera frase, creo que es así, ¿para qué vale un secreto si siempre lo es?. Sobre la última, pasar a segundo plano después de haber tenido un cierto protagonismo cuesta. Es necesario reacondicionar los esquemas mentales y hacerlo con la mayor rapidez posible. Y estar convencido de que la nueva etapa será diferente, pero también estupenda. Supongo que le pasa a todo el mundo; en mi caso sí; sin lugar a dudas fue un duro tránsito, aunque, afortunadamente, breve, suavizado por el entorno, por retomar hábitos antes menos frecuentados y encontrar nuevas ocupaciones para el disfrute. Sigo con Nevinson/Marías

La crueldad es contagiosa. El odio es contagioso. La fe es contagiosa …Se convierte en fanatismo a la velocidad del rayo. Por eso encierran tanto peligro, por eso son difíciles de parar… La locura es contagiosa. La estupidez es contagiosa.

Que cierto es que, aplicado a las masas de individuos, todos esos extremos son sumamente peligrosos y culpables de las mayores atrocidades cometidas por grupos y también por personas (¿?) individuales. Algunas frases ahora sobre la aplicación de las leyes.

Te recuerdo que los delitos prescriben… ¿Qué sentido tiene que a los diecinueve años y once meses un crimen aún pueda juzgarse con severidad y ya no treinta días más tarde? Es idiota poner esos límites temporales.

La Justicia es capaz de nublar, de envolverlo todo en bruma a medida que el tiempo avanza y, cuando éste expira, es capaz de tachar y anular, de decretar que lo que pasó es como si no hubiera pasado, o que ha cesado de pasar.

Dejando de lado la muy frecuente y generalizada confusión entre Ley y Justicia, comparto esas apreciaciones. También que poner un límite temporal a un delito me parece una estupidez sino va unido a un sincero arrepentimiento del delincuente, manifestado por su vida posterior, no por una declaración más o menos elocuente y llorosa.

Buen provecho.

 

 

 

 

 

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