LA BALADA DE CABLE HOGUE
LA BALADA DE CABLE HOGUE
Hace un
par de días volví a disfrutar en la televisión de una de mis películas digamos
que más entrañables: La Balada de Cable
Hogue. Dirigida por Sam Peckinpah
y estrenada en 1970 es uno de esos ahora llamados wéstern crepusculares. Una
historia sencilla de amor y venganza, sin grandes paisajes (a no ser que se sea
amante del desierto) pero con unas interpretaciones que, a mí, me han resultado
siempre estupendas.
Creo que la vi por primera vez en el cine, allá por la mitad de los años setenta, unos añitos después de estrenada (en aquellos tiempos había un cierto retraso entre el estreno americano y el español, mucho más si, como fue mi caso, la ves en un pueblo como Candás (sí, había cines en los pueblos, es más, Candás debe ser uno de los pocos que aún lo conserva y en el que, además de otras actividades culturales y jornadas de teatro, siguen proyectándose películas. Una verdadera rareza). He vuelto a verla unas cuantas veces más en televisión y sigo disfrutándola. Quizás el secreto resida en que cada vez que la vuelvo a ver vuelvo a enamorarme de la pícara cara pizpireta de Stella Stevens, la actriz protagonista, en el papel de Hildy, una simpática meretriz, a la que da réplica Jason Robards (Cable Hogue) un rudo hombre del oeste.
Butterfly mornings
Butterfly mornings
Butterfly
mornings and wild flowers afternoons
En las
clasificaciones al uso aparece como wéstern y comedia. Cierto es que tiene pasajes
tremendamente divertidos, pero también que se trasluce, suavizada, la dureza típica
de Peckinpah. No sé si el título de “balada”
es el más apropiado, no sé, creo que le pegaría mejor “blues” por la tristeza dulce
que trasmite parte de la música y, sobre todo, el final.
Para
terminar, un diálogo:
Hildy: Cable tú ya me has visto antes.
Cable: Hildy a ti ningún hombre te ha
visto antes.
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