ENSAYO SOBRE LA ESTUPIDEZ

 

            LECCIÓN INAUGURAL DEL MÁSTER “ASSHOLD SOCIOLOGY DEVELOPMENT” DEL "INTERNATIONAL DOUCHEBAG SOCIOLOGY INSTITUTE".

Quiero empezar mostrando mi agradecimiento a esta institución por haber pensado en mí para impartir esta lección inaugural. A la vez he de confesar mi extrañeza cuando recibí la invitación para este acto. Que un instituto perteneciente al ámbito privado, de una determinada orientación ideológica (si se me permite denominarla así) y con las peculiares características del suyo piense que una profesora de una Universidad pública, además del campo de la antropología y, más concretamente, centrado en la evolución humana, pueda ser la persona adecuada para este acto, me resulto, inicialmente, sorprendente.

Sinceramente, mi primera opción fue la de declinar amablemente la invitación. Como me gusta reposar un poco mis decisiones, no les contesté inmediatamente, sino que me di un par de días para darle alguna vuelta al tema. No lo consulté con ninguno de mis colegas de departamento, sabedora como soy de que su peculiar idiosincrasia científica les haría que, oída la noticia, lanzasen, en primera instancia una serie de improperios generales para, a continuación, tildarme de descerebrada a nivel Lucy (ya sabéis el nombre que se le dio a un famoso cráneo de australopiteco) o incluso anterior.

Apenas pasadas veinticuatro horas ya había tomado mi decisión: impartiría la lección y ya había decidido sobre qué versaría la misma. Esto último resultó relativamente sencillo dada la orientación y fines de este centro.

  Hasta la actualidad ha sido (y es) imposible determinar la fecha exacta de aparición de una nueva especie o subespecie. Por ello no pretendo, en modo alguno, que se reconozca la que a continuación voy a proponer, como algo científicamente exacto. Siendo concreto, lo que se propone es el reconocimiento de una subespecie como tal y no de su aparición.

            De todos es sabido que la única especie actualmente existente del género homo es la denominada homo sapiens subespecie sapiens (este último sapiens más que nada para diferenciar a los sapiens modernos, aparecidos hace unos 100.000 años en África, de otros sapiens previos a los que se le atribuye una edad de unos 350.000 años). Por mor de la verdad, y para que nadie pueda poner ni la más mínima objeción a lo hasta ahora dicho, h. sapiens sapiens es una especie híbrida con homo neandertal, especie desaparecida hace entre 30.000 y 40.000 años y con la que, gracias a los muy recientes estudios de ADN, nuestros antecesores practicaron la coyunda a lo largo de algunos, pocos, miles de años, por lo que casi todos los homo actuales tenemos algún gen neandertal (creo, salvo error por mi parte, que sólo los africanos puros están libres de dichos genes).

            ¿A dónde quiero llegar? Hasta hace unos pocos años la especie sapiens del género homo, subespecie sapiens, dominaba prácticamente al cien por cien el planeta. Digo que casi al cien por cien ya que, a lo largo de la historia conocida (digamos en los últimos 5.000 años) hay constancia escrita de especímenes dotados de un grado de estupidez tal que podrían ser catalogados como una especie nueva, pero los casos ni han sido los suficientes ni están lo suficientemente estudiados como para dar ese paso.

            A principios del siglo veinte, un gran físico, Albert Einstein acuñó la frase Creo que el universo y la estupidez humana son infinitas, aunque de lo primero no estoy muy seguro. Los años posteriores le han dado la razón; el universo tiene límites (está creciendo todavía) y la estupidez humana no conoce límite alguno.

            Como antes expuse, siempre ha habido estúpidos. Aunque, hasta ahora, no se ha descubierto el gen responsable de este defecto, no tengo la menor duda de que, en algún momento, la ciencia avanzará lo suficiente para demostrar su existencia, en qué cromosoma se transmite (seguro que no es el “y” ya que aparece en todos los sexos) y en qué grado puede llegar a ser hereditario. A la vista de los conocimientos actuales, parece ser un gen con una cierta prevalencia y no ser recesivo, ya que si lo fuera la humanidad podría ya haberse visto libre de esa tara milenaria.

            ¿Por qué, entonces, fijar una fecha determinada para la nueva subespecie? La respuesta es sencilla: por el descontrolado e imparable aumento de la población a la que ya no es posible incluir en la subespecie sapiens y es necesario diferenciarla con un nuevo nombre: homo sapiens estúpidus. Pero ¿la prevalencia de esta nueva especie humana es igual en todos los países? Definitivamente no. De hecho, una gran parte de África y Asia están libres (o casi), aún es poco significativa en algunos países de centro y Suramérica, y es muy abundante en la mayoría de países considerados “desarrollados” (casi toda Europa, Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda más unos pocos países de Asia y América).

            ¿Cómo podemos distinguir a los individuos de la nueva subespecie? Físicamente es casi imposible, aunque se dan casos en que sus poses, vestimentas y aderezos pueden hacernos sospechar de su condición. ¿Entonces cuál es el criterio diferenciador?  Nada más fácil. Basta que abran la boca. No es que tengan una dentadura diferente, lengua bífida o cualquier otro raro rasgo morfológico, no, es su discurso, a través del cual emiten sus opiniones, sus creencias (y sus carencias), sus ideas (es un decir). Evidentemente este abrir la boca se traduce en muchas ocasiones en escritos que no hacen más que propagar la especie entre individuos nacidos con una cierta predisposición. En base a todo esto, estudios estadísticos parecen indicar que el cambio morfológico de h.s. sapiens a h.s. estúpidus es a nivel cerebral y que, de momento, no afecta al correcto funcionamiento de otros órganos.

            El homo sapiens estúpidus surgió a partir de concepciones estrechas en la comunicación. Se empezó a hablar de lo “políticamente correcto”, del lenguaje inclusivo “caiga quien caiga”, de cogérsela con papel de fumar con tal de no molestar a un colectivo creciente, que podríamos denominar como el de “los ofendiditos”, de una revisión de la historia con criterios actuales (como si nuestros antepasados viviesen ahora), de la negación de la ciencia a cambio de ser seguidores de ideas absolutamente necias (como el terraplanismo y similares), etc., etc.

            Solo un par de ejemplos para ilustrar a qué me refiero. Parece que llamar negro a una persona que es de ese color es ofensivo, y que deben utilizarse en su lugar giros tales como “persona de color” o, en norteamérica, “afroamericano”. ¿De color?, ¿de qué color?, negro claro, ah, entonces ¿a qué darle tantas vueltas? ¿Afroamericano?, ¿acaso los marroquíes o los egipcios no son africanos? Y dado que no son negros, el término afroamericano ¿ve reducido su uso sólo a los negros? También parece ser que a las personas enanas no puede llamárselas así, sino que hay que acudir a giros como “personas de crecimiento reducido” o, en una aplicación “culta”, llamarlos acondroplásicos. Qué pasa, ¿que por eso dejarán de ser enanos?, que no es ningún término despectivo ni muchísimo menos. Lo mismo ocurre con una gran cantidad de otros calificativos, como gordo, minusválido, etc., etc.

            Una cuestión más. En los países afectados, ¿todas las capas de la sociedad lo están de igual modo? Otra vez la respuesta es clara: no. El h.s. estúpidus aparece con mayor frecuencia en los niveles más altos, entendiendo como tales los políticos casi de cualquier rango, élites económicas, periodistas y comunicadores en general, profesiones universitarias liberales, docentes en general y algunos otros grupos más minoritarios; en éstos la mayor penetración tiene lugar, en algunos casos, a todas las edades y en otros en individuos menores de 50 años. En el resto de categorías, la densidad de h. estúpidus depende en gran medida de la edad. Los mayores de 50 años tienen un menor nivel de penetración, mientras que las últimas generaciones (en la veintena, treintena o cuarentena) están más parcialmente invadidas. Los menores de 20 años no tienen, en la inmensa mayoría de los casos, salvación.

            El uso extendido de determinadas aplicaciones de los teléfonos móviles, la imitación simiesca de comportamientos, modas o lenguajes de los individuos o colectivos más gravemente afectados por la estulticia, hace que nos encontremos ante una verdadera pandemia que puede llegar a afectar a una gran parte de la población mundial. Y digo pandemia porque la invasión de la nueva especie significa un paso atrás en la evolución, al perderse rasgos beneficiosos tales como el análisis crítico, la curiosidad por el saber, el rigor científico, y otros que han favorecido, desde hace miles y miles de años, el desarrollo de la inteligencia desde los primeros homínidos hasta la actualidad.

            En algunos países la estulticia se manifiesta como una exacerbación de principios religiosos o políticos. Fanatismos extremistas unidos a interpretaciones falsarias de ciertas doctrinas y a una aplicación rigurosa de las “creencias” propias sin el menor respeto por las de los demás. Esto es especialmente notable en muchos países musulmanes (extremismos religiosos) y en algunos países occidentales, donde se produce un involucionismo social y religioso, debido a un analfabetismo irredento, a una rigidez neuronal (que impide el más mínimo razonamiento) y a las “noticias falsas”, lo que da lugar a fenómenos como el trumpismo en EE.UU., Vox en España, Bolsonaro en Brasil y otros casos similares.

Este comportamiento que los separa de sapiens ha venido desarrollándose, de manera creciente, en la segunda mitad del siglo XX y es, en los países antes citados como más afectados, una verdadera plaga. Por todo ello, propongo que el uno de enero del año 2001 (inicio del tercer milenio D.C.) sea proclamado el “homo sapiens estúpidus” como nueva subespecie conviviente con el, hasta ahora solitario, “homo sapiens sapiens”.

Muchas gracias por su atención.

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