COMBINACIONES AL AZAR
COMBINACIONES
AL AZAR
Os muestro aquí el resultado de un ejercicio curioso. Con
un programilla que genera números aleatorios (entre, en este caso, 9 y 397) y
un diccionario cuya primera letra (la a, claro) empieza en la página 9 y la
última de la z, que termina en la 397, cogí dos series de palabras, 10
sustantivos (el primero que aparecía en 10 páginas designadas por el azar) y 10
adjetivos (seleccionados del mismo modo). El resultado es el que sigue:
Sustantivo Adjetivo
1 Calle enano
2 Reclinatorio dejado
3 Revista pasmoso
4 Poniente oblicuo
5 Desvío señero
6 Entusiasmo dócil
7 Gestación huraño
8 Saqueo adherente
9 Boñiga repartido
10 Lema disoluto
Con el mismo programa, pero
fijando los límites entre 1 y 10, emparejé al azar sustantivos y adjetivos,
obteniendo los siguientes pares:
PARES:
8.4 6.9 9.6 2.5 7.2 1.10 3.3 5.1 10.7 4.8
Que, traducidos a las palabras
antes seleccionadas, dio como resultado las siguientes parejas de
sustantivos-adjetivos:
Saqueo oblicuo
Entusiasmo repartido
Boñiga dócil
Reclinatorio señero
Gestación dejada
Calle disoluta
Revista pasmosa
Desvío enano
Lema huraño
Poniente adherente
El reto entonces consistió en formar una narración en la
que se incluyesen todas las parejas de palabras designadas por el azar y que,
en la medida de lo posible, tuviese una cierta coherencia. El resultado está a
continuación.
Todo empezó por el lema huraño que leímos en una revista
pasmosa en la que anunciaban un reclinatorio
señero, abandonado tras la gestación
dejada de una señora bien. Fue una tarde en la que el poniente adherente nos comunicó un entusiasmo repartido por llevar a cabo el saqueo oblicuo del anunciado accesorio. Después de tomar un desvío enano, llegamos a la calle disoluta en la que, tras sortear
una enorme boñiga dócil, dimos con
la casa.
Ahora se me plantea un nuevo reto: ¿puedo darle continuación
y final a la historia usando parejas de sustantivos y adjetivos que no pierdan
la “incoherencia” de ese primer párrafo? Voy a intentarlo, aunque,
inicialmente, dudo de que el resultado pueda alcanzar el nivel del mismo. Esto
va así, en vivo y en directo, sin plan previo (como si fuese un programa de
radio o televisión de esas características). A ello.
Era un edificio luctuoso, con una fachada correosa, atravesada por mil y una grietas traslúcidas que prometían un pronto desplome del conjunto concupiscente. Destacaba al
final de la calle con una luminosidad
lúgubre, apenas alumbrado por un foco
pringoso situado en el extremo de un báculo
cobarde. Tras atravesar el zaguán
blando, ascendimos, envueltos por una oscuridad
viscosa, por una escalera adormilada.
En el tercer piso, al fondo de un pasillo
circunspecto, iluminado por la luz
húmeda procedente de una bombilla
flácida, estaba nuestro destino. Por una puerta procaz, accedimos a lo que parecía un recibidor umbilical; en él se abrían no menos de cinco huecos tórridos que, posiblemente,
darían lugar a otras tantas estancias suspendidas.
Nos decidimos por la primera a la derecha. Era una habitación nebulosa, llena de trastos
inconsistentes, entre los que no se encontraba nuestro objeto acuoso de deseo
intransigente.
Por el siguiente acceso turbio arribamos a un laberinto inmaculado, pues tal era lo
que formaban los pertrechos rubicundos
que allí se amontonaban. Tampoco el reclinatorio
señero estaba entre ellos. Ni en la tercera estancia babosa, ni en el cuarto cuarto cóncavo. Por fin, en el último hueco herrumbroso hallamos nuestro premio cerval, mas no pudimos hacernos con él, al estar clavado al suelo difuso por fuertes clavos palomeros.
Perdida la esperanza contrita, volvimos a nuestros quehaceres etéreos, pesarosos de no haber logrado la capacitación arbórea.
Hasta aquí. Es éste un ejercicio complejo, así que ya me
doy por satisfecho con lo escrito, aunque, por supuesto, la segunda parte no llega
a igualar la primera, generada por las palabras emparejadas fruto del azar.
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