EL VIAJE EN EL TIEMPO

 

El viaje en el tiempo

El descubrimiento del viaje en el tiempo fue puro azar, un resultado inesperado de una investigación encaminada a enviar grandes cantidades de energía sin necesidad de más soporte físico que el aire. La idea surgió, como otras muchas, en una tormenta de ideas lanzadas a través de vaporosas nubes alcohólicas, mezcla de cerveza y bourbon, a la salida de una poco productiva jornada en un laboratorio de física experimental.

Alguien, entre trago y trago, dijo que, si el sol está a 150 millones de kilómetros y su energía calorífica nos llega hasta aquí, sustentada solo por un poquito de polvo y plasma, en un ambiente de casi nula densidad (unas pocas partículas por centímetro cúbico), ¿por qué no se podría enviar de manera eficiente energía a muchísima menor distancia, digamos 100 o 1000 kilómetros, por esta sopa mucho más densa que constituye nuestra atmósfera? Otro dato surgido de ese éter etílico fue que la electricidad de los rayos en las tormentas puede recorrer hasta 300 kilómetros, así que...

Puede que no estuviesen muy borrachos o quizás demasiado, la cuestión es que a algunos les quedó la idea en la cabeza y, dándole algunas vueltas, se propusieron hacer algo sobre ese tema en sus horas libres, aprovechando algunos equipos y restos de financiación que habían quedado de proyectos ya terminados.

 Evidentemente el primer requisito era disponer de un sistema para poder almacenar, por una parte, energía suficiente para enviar y, por otra, disponer de la necesaria para activar el envío. En principio no había problema para ello: el laboratorio se suministraba de una de las más modernas centrales de fusión nuclear en funcionamiento, ubicado cerca de ella, aunque no tanto como para que cualquier “problema” pudiese afectarlos.

El centro estaba aislado y su existencia era un secreto que muy pocos conocían, situado lejos de cualquier núcleo habitado por el potencial peligro que suponía que las enormes fuerzas con las que se trabajaba pudiesen “escapar” al control. El propósito inicial fue construir un equipo emisor/receptor (E/R) para poder intercambiar energía entre puntos relativamente distantes. Las condiciones de trabajo en el equipo experimental E/R eran extremas, ya que se pretendía que la entropía fuese cercana a 0 (similar al espacio interplanetario), por lo que la temperatura se mantenía siempre por debajo de los 250ºK, lo que permitía trabajar con cuantos de energía, aumentando así la seguridad

Después de un largo periodo experimental, miles de cálculos y cientos de experimentos fallidos, una vez conseguido un aceptable nivel de seguridad se construyeron dos prototipos (P-0.91 y P-0.92) para hacer una prueba a escala real. La primera incógnita era como funcionarían a temperaturas mayores (a pesar de una potente refrigeración), con un valor de entropía más elevado; P-0.91, que actuaría como emisor, se situó en el exterior del laboratorio y P-0.92, como receptor, en un área desértica a unos 10 km de distancia. Ambos tenían una sincronización temporal para determinar el tiempo de tránsito de la energía enviada (una pequeña cantidad para esta primera prueba). Se activó el mecanismo y, sin un destello de luz, el emisor desapareció. Cuando apenas se reponían del estupor, vieron, tras la sorpresa inicial, que el prototipo reaparecía intacto en el mismo lugar. Bueno intacto del todo no. El reloj marcaba que habían transcurrido casi 100 horas desde la activación. Parecía imposible, pero era cierto: ¡en unos pocos segundos el aparato había viajado durante 100 horas!

Se hicieron mil y una comprobaciones y todo funcionaba como debía, así que volvieron a intentarlo, esta vez grabando imagen y sonido y disponiendo un doble control de tiempo. La energía enviada se redujo a la mitad para evitar cualquier sospecha de sobrecarga. Activado el dispositivo ocurrió lo mismo que la vez anterior, con la diferencia de que el tiempo de “ausencia” medido fue de 50 horas, la mitad que antes, mientras que el tiempo real transcurrido entre la activación (y desaparición) y la reaparición fueron apenas 5 segundos. Había una relación directa entre la energía que se trataba de enviar y el tiempo que “viajaba” la máquina. Constataron entonces que eran capaces de hacer viajar objetos por el tiempo.

Después de bastantes pruebas, se lograron definir las ecuaciones que controlaban el proceso del viaje, en el que influía de manera notable la energía de impulso y la masa que se movía. Se construyó una máquina experimental, con un sistema de programación que la hiciese volver automáticamente al presente al cabo de unos pocos segundos de viaje. Se realizaron varios experimentos a distancias temporales progresivas (restringidas a unos pocos cientos de años) primero con plantas y después con pequeños roedores y otros animales hasta, el definitivo, con un chimpancé. Todo resultó perfecto.

Conscientes de los peligros, comprobaron una y otra vez todos los datos y construyeron un dispositivo portable en una mochila que permitiría viajar, de momento, un máximo de 2000 años al pasado. Estaban razonablemente seguros de que en ese tiempo no habría cataclismos geológicos que hiciesen materializarse al viajero en medio de una montaña o en el fondo del mar. Los viajes al futuro suponían un riesgo mucho mayor, así que de momento quedaban aparcados.

Por fin llegó el día de la prueba. Decidieron que irían tres personas con el fin de poder ayudarse si algo iba mal y, aunque no era necesario más que uno, cada uno de ellos llevaría una versión del dispositivo de control temporal que, en caso necesario, podría hacerles regresar a los tres.

Se eligió un corto viaje que los mantuviese cinco minutos en la fecha del uno de enero de año mil como primera estación. Salieron al exterior, activaron las máquinas y desaparecieron; a los cinco minutos exactos reaparecieron los tres viajeros y todos empezaron a aplaudir; desaparecieron otra vez y a los cinco minutos exactos volvieron a aparecer y todos empezaron a aplaudir; desaparecieron otra vez y a los cinco minutos exactos volvieron a aparecer y todos empezaron a aplaudir; desaparecieron otra vez y a los cinco minutos exactos volvieron a aparecer y todos empezaron a aplaudir…

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