SONRISA NEGRA

 

            Unos días antes del 23 de mayo de este año, el diario La Nueva España anunciaba un certamen literario bajo el título “La sonrisa que lo cambio todo”, organizado por El Corte inglés en colaboración con ese diario. La finalidad era hacer un microrrelato (máximo de 200 palabras) sobre una historia de, cito, “cordialidad, simpatía o empatía que consiguió un impacto positivo en nuestras vidas”. Después de darle unas vueltas durante unos cuantos días (el plazo se terminaba el citado día 23) me dio por escribir lo que a continuación adjunto.

Los premiados (dos) serían notificados en junio y los premios se entregarían el día 20 de ese mes (o sea, justo hoy). No hace falta aclarar que, como en el fondo esperaba, no recibí notificación alguna, ni siquiera para invitarme al acto de entrega como público. En fin.

P.E. Ahora que releo las bases, me doy cuenta de que debería haber escrito el relato en primera persona. ¡Vaya por Zeus!

SONRISA NEGRA

Estaba acostumbrado. No le afectaba. Veía sus caras de miedo, de terror. Oía sus palabras balbuceantes y entrecortadas, inútiles súplicas gimoteantes. Otras veces, las menos, una mirada dura, de odio, le respondía y se sumaba al rictus de desprecio que apenas deformaba el rostro pétreo. Casi siempre alguno de esos patrones y siempre el mismo resultado final.

Hasta que vio aquella sonrisa. Serena. Triste y a la vez llena de paz. Animándole y perdonándole. Diciéndole sin palabras que todo estaba bien. Una sonrisa que se grabó a fuego en su corazón y en su cerebro. Una sonrisa que nunca ha podido olvidar, que está en la oscuridad de sus ojos en las noches en vela y que resplandece en sus intranquilos sueños.

         Una sonrisa que cambió su vida para siempre. Desde aquel día siempre ejecuta a sus víctimas por la espalda.

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