LA EXTRAÑA PAREJA
LA EXTRAÑA PAREJA Recuerdo la primera vez que nos vimos. Yo al lado de él en la mesa principal de la casa señorial. No nos hablamos. En realidad, nunca nos hemos hablado. Parece como que sólo nuestra cercanía fuese suficiente para establecer un flujo de, no sé, es difícil de explicar. Una especie de afecto mutuo. Una cierta confianza y seguridad al estar cerca. Después hemos coincidido otras muchas veces. Siempre, no sé muy bien porqué, en ocasiones importantes. En fiestas en las que todas las personas parecían notables, vestidas con ropajes suntuosos, con ademanes afectados y hablando casi en susurros, como si temiesen molestarse entre sí o romper la armonía que se respiraba en aquel comedor. Por supuesto, yo siempre callada, algún leve sonido como de disculpa cuando, sin pretenderlo, apenas rozaba algo o a alguien próximo. Cuando más disfru...