QUIRKE EN SAN SEBASTIÁN
QUIRKE
EN SAN SEBASTIÁN
Devorado rápidamente, aunque sin llegar a la velocidad de
mi homónimo cuando escribió lo de “más de
ciento, en horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro” al referirse
a la velocidad con que escribía sus obras. Voto a bríos que no osaré decir tal
cosa, pero sí que en menos de 24 horas se lee este digestivo libro.
Está
ambientado en la España tardo franquista. La única referencia aparece en la
página 23 cuando habla de la denegación de indulto por el general Franco a “dos
nacionalistas vascos” (sic) que serían ejecutados por garrote vil al día
siguiente. El autor se deja llevar (o lo hace con toda intención) por algunos
tópicos sobre España y los españoles (incluidos los toreros y el flamenco):
Esto
es España –dijo- ¿Recuerdas lo que me contaste de Hemingway, que se lavaba los
dientes solo con brandy porque había muchos gérmenes en el agua?
Había
reservado un compartimento en primera clase para él solo. ¿Pasar la noche con
dos o tres meridionales de mierda apilados en literas encima y debajo de él,
oliendo a sobaco y calcetines sucios?
Reflexión
claramente ofensiva, aunque entendible en un macarra asesino irlandés con ínfulas
de dandy londinense que es quien la perpetra. Los exabruptos de Quirke y las salidas
ingeniosas de Evelyn son de agradecer por todo el libro. Una muestra.
(Quirke
se hiere en una mano y tiene que ir a un hospital en San Sebastián)
-
Quirke: No me fío de los médicos
extranjeros
-
Evelyn: Aquí los extranjeros somos
nosotros
Salud y
buen provecho para los catadores de este tipo de delicias.
A John Banville seguro que le repugnan los tipos que describe Benjamin Black. Es como el "poli" bueno y el "poli " malo en la misma persona. ¿Cómo es posible esta dualidad? Muy sencillo: me apuesto doble contra sencillo a que las novelas de Black le dan más dinero que las que firma con su propio nombre. Pero, en cambio, la "marca" Banville le da más prestigio literario que la del popular de Black.
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