QUIRKE EN SAN SEBASTIÁN

 

QUIRKE EN SAN SEBASTIÁN

            Por fin. Un nuevo libro de Benjamin Black. Editado a finales de enero, comprado, leído y disfrutado. Echaba de menos un chute a la vena de este autor, a pesar de que el verano pasado releí La rubia de ojos negros (es un libro de triple placer: se unen la escritura de Benjamin Black, el estilo Raymond Chandler y el renacimiento de Philip Marlowe, que más se puede pedir), del que ya hice un comentario en una entrada anterior. Tengo en la lista de prioridades la relectura de El mar, de su alter ego John Banville. Tendrá que esperar a que finalice con las novedades regias.

            Devorado rápidamente, aunque sin llegar a la velocidad de mi homónimo cuando escribió lo de “más de ciento, en horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro” al referirse a la velocidad con que escribía sus obras. Voto a bríos que no osaré decir tal cosa, pero sí que en menos de 24 horas se lee este digestivo libro.

Está ambientado en la España tardo franquista. La única referencia aparece en la página 23 cuando habla de la denegación de indulto por el general Franco a “dos nacionalistas vascos” (sic) que serían ejecutados por garrote vil al día siguiente. El autor se deja llevar (o lo hace con toda intención) por algunos tópicos sobre España y los españoles (incluidos los toreros y el flamenco):

Esto es España –dijo- ¿Recuerdas lo que me contaste de Hemingway, que se lavaba los dientes solo con brandy porque había muchos gérmenes en el agua?

Había reservado un compartimento en primera clase para él solo. ¿Pasar la noche con dos o tres meridionales de mierda apilados en literas encima y debajo de él, oliendo a sobaco y calcetines sucios?

Reflexión claramente ofensiva, aunque entendible en un macarra asesino irlandés con ínfulas de dandy londinense que es quien la perpetra. Los exabruptos de Quirke y las salidas ingeniosas de Evelyn son de agradecer por todo el libro. Una muestra.

(Quirke se hiere en una mano y tiene que ir a un hospital en San Sebastián)

-       Quirke: No me fío de los médicos extranjeros

-       Evelyn: Aquí los extranjeros somos nosotros

Salud y buen provecho para los catadores de este tipo de delicias.

 

 

Comentarios

  1. A John Banville seguro que le repugnan los tipos que describe Benjamin Black. Es como el "poli" bueno y el "poli " malo en la misma persona. ¿Cómo es posible esta dualidad? Muy sencillo: me apuesto doble contra sencillo a que las novelas de Black le dan más dinero que las que firma con su propio nombre. Pero, en cambio, la "marca" Banville le da más prestigio literario que la del popular de Black.

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