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LA LLEGADA DE DIOS

  LA LLEGADA DE DIOS             Os puedo asegurar que aquel fue el mes más increíble de mi corta e insensata vida. A pesar de ser el más insignificante de los que allí trabajábamos, cuando me lo encargaron no me lo podía creer. Ah, perdón, vosotros no tenéis porqué conocerme. Me llamo Josemaría, escrito así, todo junto, como nuestro padre fundador. Soy, evidentemente, navarro, de una familia clásica y de rancio abolengo, criado y educado en la más firme fe católica y miembro de la obra.             Por aquel entonces yo era el más nuevo de los becarios que trabajaban en la presidencia del gobierno; apenas tres meses llevaba allí, gracias a los buenos oficios de mi padre y uno de mis tíos, uno cardenal y otro general de brigada, amigos de uno de los subsecretarios del consejo de ministros.             Mi jefe, bueno en realidad otro de mis jefes, todos eran mis jefes ya que yo era el último mono en aquella casa, hasta el perro tenía más derechos que yo, pero humilde como soy, a

DEBERES TALLER DE ESCRITURA

  DEBERES TALLER DE ESCRITURA             Asociar, de forma imaginativa, varias palabras con lo que nos sugieren o podrían querer decir, lejos de su significado real.             La propuesta, si la he entendido bien, no deja de ser in-quietante, ya que las palabras propuestas denotan una cierta in-congruencia en su elección, al estar in-mersas en una cadena in-usual de relaciones in-consistentes en cuanto a su significado. En todo caso, in-tentaré lograr, desde mis más ín-timas im-perfecciones, aquí, en el in-terior de mi madriguera, y a base de in-sistir, in-cluir algún significado in-teresante. Por otro lado, y desde la in-opia, el único nexo visible de la relación propuesta parece ser la modernez, es decir, estar en lo in. INSIGNIFICANTE. Compulsión irrefrenable a firmar documentos seleccionados de entre los distintos palos del cante hondo. INDIFERENCIA. En función del entorno, podría ser el resultado a nivel interno de la resolución de la operación matemática de la resta e

Andrés Fajngold

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  Andrés Fajngold, en el programa “Ilustres ignorantes”: Hace 17 años fui al consulado polaco de Barcelona a pedir la nacionalidad porque mi abuelo era polaco y yo tenía derecho a ella. Yo no sé hablar polaco, y en ese momento tampoco… Monólogo de tan ilustre personaje al que conocí a través del programa “El consultorio de Berto”, en el que trabaja de ayudante/colaborador/chico para todo. Lleva veinte años en España y es una pena que, al menos para mí, haya sido hasta ahora desconocido.

CRÓNICA DEL ASESINATO DE ESPERANZA Y FIDEL. Y 3.

  CONTINUACIÓN.  Aquí les traigo algo para que vayan haciendo boca nos dijo doña Luisa poniendo delante de nosotros dos morcillas de arroz cortadas en trozos de unos 5 centímetros de largo y de diámetro parecido; digo dos morcillas porque había cuando menos 10 de aquellos enormes trozos. -        Por Dios, exclamé , no creo que podamos comer todo esto  -        Sí hombre ya verá, empujándolo con un poco del vinillo este entra solo, me dijo mientras me llenaba el vaso hasta el borde, coma usted coma usted, que tiene cara de pasar hambre en la ciudad. La debilidad era mucha así que después de mirar a Felipe y encogerme de hombros, sin encomendarme a dioses ni a diablos ataqué un trozo de aquellas morcillas; la verdad es que olían muy bien y desprendían una grasilla oscura que teñía el plato; en la boca eran en principio suaves así que mordí con ímpetu aquel primer pedazo. Fuego. Puro fuego. Se desató un infierno en mi boca que hacía que hasta los dientes parecían querer salirse de

CRÓNICA DEL ASESINATO DE ESPERANZA Y FIDEL. 2.

  Kronikë e vrasjes së Shpresa dhe Besnik (Crónica del asesinato de Esperanza y Fidel)   Autor del texto original: Anónimo (aquí denominado teniente Villarejo). Lugar: Zona rural no determinada en Albania. Fecha: Indeterminada, entre 1960 y 1970. Traducción al castellano: Dalmat Hysaj Comentarios, composición y texto final: Lope Calleja. Quiero expresar mi agradecimiento a los regidores del monasterio de San Naum (Macedonia del norte) por su amabilidad al facilitarnos el acceso al texto original depositado en sus archivos. A Bujar, por el trato y las atenciones recibidos durante los meses que me hospedó, además de sus sugerencias sobre la interpretación de alguno de los extremos de la historia, y, por supuesto, a Dalmat, que fue quien encontró el texto y realizó su traducción y que, a pesar de mi insistencia, no ha querido figurar como coautor del documento final (alegando su mucho trabajo para terminar su tesis). Amén.   Para empezar bien esta historia creo que