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CONCHA HERES Y EL DEDO DEL YETI

  CONCHA HERES Y EL DEDO DEL YETI             En 1978 la piqueta asesina se unió a la maquinaria sin alma, pero con fuerza destructiva inmensa, y derribaron el palacete de Concha Heres, sito en la calle de Toreno en Oviedo. Concha Heres (María Concepción Heres y Palacios) había nacido en Belmonte de Miranda en 1864, pasando poco después a vivir con su familia a Grado. En 1883 se casó con Manuel Valle, millonario español afincado en Cuba, donde ella fue a residir. Alli era conocida como “la Perla de las Antillas”. Pocos años después su marido falleció y la dejó heredera de su inmensa fortuna. Ella regresó a España a finales del siglo XIX. El palacete, construido en 1885, fue su vivienda cuando, a principios del siglo XX, fijó su residencia en Oviedo, dedicándose desde entonces al mecenazgo y la filantropía. Suyas fueron mantenimiento de las Escuelas del Bosque, sitas en la actual biblioteca de la Granja, en el parque de San ...

EL CAZADOR DE METÁFORAS

  EL CAZADOR DE METÁFORAS             Era un pequeño-gran cazador. Posiblemente un rasgo heredado por vía paterna. Abuelo cazador y padre cazador, así que él, primer hijo varón después de dos hembras, fue adoptado por toda la cuadrilla de cazadores a la que pertenecía su padre. Era una cuadrilla famosa en todo el entorno de aquel mágico valle, más que por sus éxitos cinegéticos, más bien discretos, por las francachelas que organizaban cada vez que le atinaban a un par de perdices o a una liebre y se reunían para comérselas en alguna de las bodegas que cada uno poseía, de donde todos salían después con gran captura de merluzas.             Nació en las tierras en que las estaciones son de colores. Blancos los inviernos, esmeralda las primaveras, oro salpicado con manchas de sangre los veranos y arcoíris los otoños. Sin embargo, él nunca gastó pólvora, ni siquiera cuando ...

LA CABAÑA EN EL BOSQUE

  LA CABAÑA EN EL BOSQUE Era como si la luna nueva luchara por asomarse entre las oscuras nubes de tormenta que preñaban el cielo en una noche desapacible. Sus pálidos intentos no lanzaban más que siniestros abortos de luz que jamás alcanzarían el suelo. Mientras tanto, ella, ajena al exterior, lloraba lagrimas gruesas como tinta de calamar que brotaban, casi sin ganas, de sus ojos azabache y resbalaban por la piel de ébano de su rostro, acariciando las comisuras de sus labios y rodando por el cilindro, ahora ondulado, de su garganta, para perderse por la sima oscura que arrancaba del desfiladero de su torso, apenas velado por las largas guedejas de carbón que ahora formaban sus antes lustrosos cabellos. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, encerrada en aquel recinto sin luz alguna, formado por adoquines y sillares de desbastado basalto. Cada cierto tiempo uno de aquellos sillares se movía hacia atrás y, con apenas una sombra de luz mortecina, aparecía una jarra grande, como ...

ANHOLIITA

  Este relato fue publicado por la revista Sci.Fdl, revista de Ciencia Ficción de la Universidad Complutense de Madrid (ISSN 1989-8363) en su número 33,  correspondiente a dicie mbre de 2024. ANHOLIITA             En primer lugar, quiero agradecer a la Facultad de Geología su invitación para dar la lección inaugural de este curso académico. Me pareció raro que siendo físico y piloto de naves espaciales se acordasen de mí y no tenía muy claro de qué podría hablaros que pudiese motivaros en vuestros estudios. Contaros mis experiencias en los viajes a todos los planetas más o menos similares a Tierra que he visitado y explorado, o sobre las nuevas especies encontradas y su grado de desarrollo en cuanto a inteligencia, podría ser entretenido, pero sobre eso hay mil y una películas y documentales. Así que después de darle unas vueltas, decidí centrarlo en la historia de la imprescindible colaboración de los geólogos para que ...

Y VICENTÓN FUE AL CIELO

                                               Y VICENTÓN FUE AL CIELO             Más que harto estaba ya Vicentón. Hacía casi dos mil años que había llegado al cielo gracias a sus muchos méritos terrenales, entre los que, curiosamente, estaba el de, como él creía, una infinita paciencia. Pero no. Después de refocilarse entre tanta nube, tanto estrato, tanto cirro y tanto cúmulo, ni la más oscura nube de tormenta le hacía ya ninguna gracia, ni las cosquillas de los rayos, que antes le ponían alegre, ni los más furibundos huracanes por los que se dejaba mecer los primeros mil años de su estancia en aquel nivel celeste. Incluso el último de sus placeres, jugar en los nubosos empedrados, sobre los cuales, por dar c...

PUZLE

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  PUZLE                               No sé si mejor llamarlo rompecabezas. En realidad, ¿qué sentido tiene tratar de urdir una historia a partir de trozos inconexos de una realidad ficticia? Bueno eso de la realidad ficticia viene del origen del todo, de la imagen inicial de la que proceden los fragmentos. Como no tengo ningún puzle en casa que merezca tal nombre, elegí una imagen de una revista que trataba sobre la inteligencia artificial, la dividí en cuadrículas de 3x3 centímetros, las recorté y una mano inocente seleccionó, a ciegas, cinco trozos. Esos cinco trozos.             Un inciso. Sobre la inteligencia artificial. Artificial sí es, pero ¿inteligencia? No deja de ser un algoritmo al que le metes datos, los mastica y escupe algo más o menos lógico. Eso lo hace la calculadora que tengo desde hace más de...

LA EXTRAÑA PAREJA

  LA EXTRAÑA PAREJA Recuerdo la primera vez que nos vimos. Yo al lado de él en la mesa principal de la casa señorial. No nos hablamos. En realidad, nunca nos hemos hablado. Parece como que sólo nuestra cercanía fuese suficiente para establecer un flujo de, no sé, es difícil de explicar. Una especie de afecto mutuo. Una cierta confianza y seguridad al estar cerca.             Después hemos coincidido otras muchas veces. Siempre, no sé muy bien porqué, en ocasiones importantes. En fiestas en las que todas las personas parecían notables, vestidas con ropajes suntuosos, con ademanes afectados y hablando casi en susurros, como si temiesen molestarse entre sí o romper la armonía que se respiraba en aquel comedor.             Por supuesto, yo siempre callada, algún leve sonido como de disculpa cuando, sin pretenderlo, apenas rozaba algo o a alguien próximo. Cuando más disfru...