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ÁTOMOS

  ÁTOMOS No hace mucho leí que nuestra existencia como seres vivos era mucho más corta que nuestra no existencia. La frase no era exactamente así. Tenía una connotación más bien religiosa, es decir que nuestro cuerpo terrenal no dura nada al lado de nuestra alma inmortal. Esto debería ser muy evidente para los creyentes de cualquier religión que predique la existencia de un más allá a donde van sus almas después del tránsito terrenal.           Yo prefiero el significado de esa reflexión tal como aparece enunciado en la primera frase. Creo recordar que los animales terrestres más longevos son las tortugas, con unos 200 años. En el mar algunos tipos de ballenas podrían rebasar los 500 años y también hay algunos otros que podrían incluso llegar a 1000. Mención aparte merecen otros seres vivos, como los árboles; algunos individuos de las especies más resistentes alcanzan también los 1000 años y creo recordar que el árbol vivo más antigu...

ILUSIONES

  ILUSIONES Diciembre. El mes de los días más cortos y las noches más largas. Apenas falta una semana para navidad. Son casi las seis y la noche entra a borbotones por el ventanal, casi frenada por la débil luz de la lámpara del techo que la empuja un poco hacia afuera, apenas unos centímetros, escasamente suficiente para dibujar los contornos del árbol más próximo.             La salita de fumar da al jardincillo que se esconde en la parte de atrás de la residencia. Residencia, qué curioso apelativo dicho así. Residencia de ancianos, más concretamente. Antes llamado asilo. Hoy, según el humor de quién lo diga, apartadero, desguace o moridero. Un lugar casi siempre triste para quien lo sufre.             José y Juan tienen casi la misma edad. Saben que hace unos años celebraron los ochenta. Ahora ya no les importan ese tipo de cosas. Ingresaron con pocos días de difer...

MANUEL A. SAN JUAN

  BREVE SEMBLANZA BIOGRÁFICA DE MANUEL  A. SAN JUAN (PERÚ, 1832-1901) Manuel Aurelio San Juan García nació en Cuzco en la primavera de 1832 en el seno de una familia acomodada. Su padre, a la sazón coronel en la plaza de Lima, era un criollo que había participado en las guerras contra la dominación española y en la declaración de independencia del año 1821 y su madre era hija de un hacendado español que se había unido desde el principio a la revolución. Entre 1850 y 1855 estudio leyes y diplomacia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, destacando entre el resto de condiscípulos, lo que le valió el aprecio de sus profesores, que le impulsaron a seguir la carrera diplomática. En los todavía convulsos inicios de la nación, participó, como miembro de varias delegaciones del gobierno de la naciente república, ante diferentes países del entorno próximo, con el fin de establecer alianzas para reforzar el nuevo estado. En 1860 contrajo nupcias con la señorita María Br...

UNA MUJER NORMAL

  UNA MUJER NORMAL             María era profundamente religiosa. Ese no era el mayor de sus defectos ni el mayor de sus problemas. Estaba profundamente enamorada de su marido y ese sí era su principal defecto y, por ello, el mayor de sus problemas. Todos los días, a las siete y media, en cuanto oía a su marido salir, cerrar la puerta de la casa y darle dos vueltas de llave a la cerradura, se levantaba de la cama. Se ponía de rodillas, apoyaba los codos sobre el colchón y dedicaba unos minutos a rezar. Lo primero por sus hijas. Después, siempre, por las almas de las personas a las que su marido tendría que retirar. Esa era la expresión que él usaba: “retirar”. El primer día que empezaron a hablar de casarse, él, mientras paseaban por el parque, le dijo su verdadera ocupación. Hasta entonces siempre le había insinuado que trabajaba en una pequeña empresa, en la que era agente comercial y, de ahí, sus frecuentes ausencias p...

UN HOMBRE NORMAL

  UN HOMBRE NORMAL Siempre fue un hombre metódico, ordenado, incluso un pelín maniático con sus rutinas, y en absoluto compulsivo. Todos los días, todos, sin excepción, ya fuera invierno o verano, se levantaba a las 6 de la mañana. Después de asearse, procedía a vestirse con las ropas que la noche anterior ya había dejado dispuestas a los pies de su cama. Mientras lo hacía, con movimientos quedos y reposados, miraba el tranquilo dormir de su esposa que, muy raramente, se despertaba, y si lo hacía, lo miraba y volvía a quedarse dormida.             Antes de ir a la cocina, se asomaba silenciosamente a la habitación en la que dormían sus dos hijas y dedicaba unos segundos a contemplarlas disfrutando cada uno de ellos, dos querubines, decía para sí. Cerraba la puerta sigilosamente y, una vez en la cocina, preparaba el desayuno para toda la familia: cacao para las niñas, café para su mujer y para él y tostadas para todos, que, ...

RARO SUCESO

  RARO SUCESO             Yo tenía una huerta en Olivares. Durante varios años, una vez pasados los rigores invernales, preparaba un pedazo para sembrar unos ajos y plantar, entre otras cosas, unos manojos de cebollín. Solían ser unos doscientos dientes de ajo y una cantidad similar de planta de cebolla. Cavaba la tierra con el palote después de haberla abonado con el cucho, básicamente estiércol de vaca, que amablemente me regalaban unos vecinos que tenían cuadra de esos animales. Una vez paloteada la tierra y después de pasados unos días, la desterronaba y hacía unos riegos en condiciones. Los ajos en la parte de arriba de lo trabajado y el cebollín abajo y todos los años recogía, meses después, una razonable cosecha de ajos y cebollas, mayor o menor según vinieran primavera y verano. Y eso ocurría casi todos los años. Excepto uno. Pasó algo muy extraño. El clima fue normal en cuanto a temperatura y lluvias, pero los aj...

INVIERNO

  INVIERNO             Hola Permíteme que me presente, al menos oficialmente, ya que, a pesar de que hemos vivido muchos años juntos, nunca te había hablado. Mejor dicho, nunca te había escrito. Perdona que no me exprese con precisión, pero es que estoy un poco inquieto. Es mi primera vez y, además de la falta de costumbre, me he decidido a manifestarme así ante ti porque no me encuentro bien. Soy el ente que tu llamas invierno y en otras lenguas de otras maneras, pero siempre refiriéndose a mí. Ya sabes, ese que te visita y te acompaña desde el 21 de diciembre hasta el 21 de marzo. Tres meses todos los años. En realidad, yo trabajo seis meses al año, pero sólo tres contigo, los otros tres me voy al hemisferio sur y me pierdes de vista, aunque, de vez en cuando, tienes noticias de mis actividades por la prensa u otros medios de comunicación. Últimamente puede que ya no reconozcas mi venida tan claramente como hace unos ...